SOBREAVISO / ¿Presidente Interino?

AutorRené Delgado

El manifiesto desinterés por jefaturar el Estado hasta el término del turno y el manifiesto interés por jefaturar el Partido, aunque no toque el turno, tientan la idea de pensar en la designación de un Presidente Interino del 15 de septiembre al 1o. de diciembre próximos.

Suena insensato plantear un reemplazo por dos meses y medio, pero no tanto al advertir la indiferencia de la autoridad ante el creciente deterioro de derechos y libertades, el debilitamiento de la unidad y la disciplina en el Ejército, el exilio impuesto a mexicanos comprometidos con sus convicciones

y la tibia sanción a un banco por lavar dinero que, en vez de castigar, incentiva la industria del crimen y el imperio de la violencia. La indiferencia anula el aplauso, revive el reclamo.

No se advierte en el presidente Felipe Calderón ánimo, interés, coraje ni capacidad para encarar los desafíos que, al cierre de su sexenio, amenazan al Estado y complican al próximo gobierno. Si no hay decisión ni disposición para concluir el mandato frustrado en condiciones aceptables -es imposible escribir: en los mejores términos-, lo indicado es liberar el cargo de presidente de la República que, aun en su último suspiro, exige responsabilidad. Tal liberación, quizá, facilitaría la transmisión del poder y ampliaría el margen de maniobra del gobierno entrante.

El contraste entre los sucesos que sacuden al país y las preocupaciones que inquietan al presidente de la República es impresionante.

El derecho a la vida y la integridad, al trabajo, la educación, el tránsito, la expresión, la libertad y la justicia sucumben ante el secuestro, la extorsión, el chantaje, el peaje extraoficial, el atentado criminal y el abuso del arraigo. Se recrudece la violencia y la impunidad pero, a fuerza de hacer costumbre lo inaceptable, la administración -cuando reacciona- expide un contundente boletín con su más enérgica condena y nada más.

El comandante en jefe del Ejército y la Fuerza Aérea, el secretario Guillermo Galván, llama a la disciplina a los generales divisionarios, los insta a anteponer el interés nacional al personal, les precisa que corresponde al próximo presidente de la República designar a su relevo y les aclara que su mando culmina hasta el término del sexenio, pero el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, Felipe

Calderón, nada dice al respecto. Ni una palabra, ni un comentario. Su interés está en otro lado. Sin asumir plenamente el efecto del desempeño de su administración en la...

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