Sobreaviso / Poder sin riendas

AutorRené Delgado

Todo poder sin riendas es peligroso y, en estos días, así está el poder en México. Sólo Rubén Aguilar, el portavoz presidencial -una suerte de profeta inverso, por cuanto que siempre ocurre exactamente lo contrario de lo que pronostica-, cree que Vicente Fox gobierna la República.

No, Vicente Fox dejó el Gobierno hace tiempo. De ahí que Ulises Ruiz, Manuel Espino, Elba Esther Gordillo, Manuel Andrade o Joel Ayala hagan cuanto quieran y como quieren. Se burlan de Vicente Fox, Carlos Abascal, Reyes Tamez pero, sobre todo, se burlan de la ciudadanía. En esa desarticulación del poder se entiende por qué también los maestros y los activistas de Oaxaca, los macheteros de Atenco, los ambulantes de Toluca toman en sus manos lo que entienden por justicia. Por eso los magistrados electorales, los legisladores, los regidores de Ecatepec disponen del dinero de los contribuyentes para retirarse con algo muy bueno en el bolsillo. De ahí que el Canciller Luis Ernesto Derbez tome como patrimonio el nombramiento de Embajadores, minutos antes de salir de Tlatelolco. De ahí que un cura pederasta sienta que a su felonía la encubre un manto púrpura. De ahí que el crimen organizado y desorganizado viva la gloria de sentir que, finalmente, ganó la batalla y que a su causa se suman hasta los hombres que supuestamente lo combatían.

Si ninguna cabeza rueda por tanta fechoría, negligencia, ineficiencia política, si tanta impunidad es posible, los únicos que se sienten con derecho para hacer rodar cabezas son los gatilleros del narcotráfico que, increíblemente, preparó y capacitó el mismo Estado para ponerlos al servicio de los cárteles.

Cada vez es más evidente que Vicente Fox no tiene ni el menor interés en dejar en el mejor estado posible el poder presidencial a Felipe Calderón porque, a fin de cuentas, él no lo tuvo. Vicente Fox ejerció el no poder, no el poder. Por eso se siente tan desprendido de cuanto ocurre.

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De la proporción del desastre político, social y moral en que Vicente Fox deja Los Pinos, todavía no se toma la medida.

No se toma conciencia de su dimensión por dos razones. Una, la polarización provocada por los partidos en la ciudadanía -creyendo que ésta se quedaría en la boca de las urnas- rompió, en el seno de la sociedad, el mínimo de unidad, respeto y solidaridad entre los mexicanos. Dos, la mezquindad en la compostura de la clase política mira por sí misma sin voltear a ver a quienes supuestamente representa; ausentes los principios políticos...

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