SOBREAVISO / Poder: límite y horizonte

AutorRené Delgado

Más pronto que tarde -y, ojalá, pronto no sea tarde- terminará por fijarse el límite y horizonte del poder presidencial, como también el estilo de su ejercicio.

En estos días, comoquiera, la realidad replantea la pregunta: ¿quién manda aquí?

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Recobra vigor la interrogante porque, ante algunos desafíos, el Ejecutivo hace gala -no exenta de sorna- del ejercicio del poder, así como del dominio y control de su fuerza. Empero, ante otros retos, sonríe, adelgaza el postulado de su conducta y resbala el ejercicio del poder, sin reconocer falta de fuerza y estrategia para hacerlo valer.

En ambos casos muestra instinto político, pero el contraste revela una doble vara: un horizonte y un límite que no acaban de establecer sus coordenadas.

En los últimos días, el mandatario se ha topado con factores internos y externos de poder que, aun sin la legitimidad ni autoridad política y social del suyo, le disputan el mando y no queda claro cuál y cuándo será el desenlace del litigio.

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Aún antes de asumir la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador estableció que, aquí, ya en el puesto y sin reparar en el costo, él ejercería el mando.

El video-mensaje con que el entonces presidente electo quiso disipar, el 30 de octubre, cualquier duda al respecto fue elocuente. A fin de revestir la decisión de cancelar el nuevo aeropuerto en Texcoco con la consulta popular y de legitimar el combate a la corrupción y la impunidad, amparado en una escenografía que incluía, como quien no quiere la cosa, la exhibición del libro ¿Quién manda aquí?, López Obrador asentó que, aquí, mandaría él.

No otra cosa supuso expresar con símbolos y signos: "Yo no voy a ser florero. No estoy de adorno. Yo traigo un mandato de los mexicanos". El presidente electo anticipaba que, como presidente constitucional, no sería más -según su propio dicho- el payaso de las cachetadas.

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Hay una distancia entre el candidato presidencial, el presidente electo y el presidente constitucional. Encarnar esas investiduras sin calibrar su duración y condición no siempre es fácil. Menos, cuando se goza de fuerte respaldo popular y ánimo social y cuando se sucede a quienes, en el fondo, ejercieron el no poder y hundieron su mandato en la negligencia y la corrupción.

No es fácil, pero es menester reconocer los tramos de ese recorrido como también la variación de las fuentes del poder propio y ajeno, porque ahí se juega la posibilidad de ejercerlo desde la Presidencia, con noción...

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