SOBREAVISO / Pies alados y de plomo

AutorRené Delgado

Si no es hora de echar cohetes, menos lo es de levantar varas.

Una encuesta es -valga el socorrido lugar común- una fotografía en la que depende cómo aparece parado el principal interesado para decir que es fantástica o terrible. Y una fotografía es, eso, la estampa de un momento aprisionado, no el anticipo de un futuro concedido. Si Andrés Manuel López Obrador cree que por estar cerca ya está arriba, si Enrique Peña Nieto cree que por estar arriba ya ganó, de muy difícil digestión será el resultado. El tabasqueño afronta el desafío de correr con pies de plomo, el mexiquense de abandonar la idea de administrar una ventaja y comenzar hacer campaña.

Vienen días interesantes como pocos, pero también difíciles y peligrosos. En el trecho que falta hay estaciones de parada establecidas... pero también insospechadas. Valgan esos días para impulsar aquello en lo que se cree y, en su momento, para decidir qué derrotero se quiere seguir para realizar ese México que, frecuentemente, queda en anhelo.

Aun cuando apenas falta un mes para estar frente a las urnas, son varias las estaciones de parada establecidas.

Entre ellas, el debate a efectuarse el domingo 10 en Guadalajara y ante el cual, absurdamente de nuevo, los partidos intentan esterilizarlo, pasteurizarlo y homogeneizarlo para convertirlo en un aburrido concurso de oratoria. Sin embargo, está claro que una cosa es el acuerdo de los representantes de los candidatos y otra la actitud de estos a la hora de estar en el escenario. Será interesante ver el arsenal del que echarán mano los candidatos porque cualquier error de cálculo repercutirá en las preferencias electorales.

Contará también el replanteamiento de las estrategias de la candidata albiazul que, por lo pronto, aparece a la zaga, así como la del príncipe de chocolate que para algo fue contratado. Conforme a su convicción o su contrato, ambos tendrán que tomar decisiones para influir de un modo u otro en el curso de la competencia y determinar la imagen que quieren fijar a partir de su desempeño.

Están también los cierres de campaña, donde los candidatos insertos, verdaderamente, en la competencia tendrán que hacer el sprint final para, según sea el caso, guardar o mejorar la posición que guardan, mostrando el alma y el músculo de sus seguidores y cuidando que el armado de esa escenografía no se traduzca en el cliché del acarreo que, en vez de animar, desfonda a los candidatos.

A la par de esas dos estaciones de parada, está la relacionada...

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