SOBREAVISO / La misión

AutorRené Delgado

Ya llegó, ya está aquí y la gran interrogante es: ¿cómo cumplirá con su misión?

La duda deriva del itinerario de la visita del Papa Francisco. Pisará el suelo donde el país rezuma y resume corrupción, pobreza, desigualdad, violencia criminal y oficial y donde se trafica con personas, drogas, armas... en suma, donde el país sangra y se encuentra herido, provocándole dolor y rabia.

Pisar tierra de indios, migrantes, víctimas, criminales, traficantes, corruptos, cómplices, incapaces, pusilánimes y, sobre todo, de gente sin respuesta a sus anhelos y alivio a su desasosiego, con el propósito de dejar un mensaje de esperanza, exige magisterio: denunciar con enorme fuerza y gran delicadeza la injusticia, la ilegalidad y la indolencia en casa del anfitrión.

Menudo arte el de seleccionar con precisión las palabras para decir lo que se tiene que decir, ni más ni menos, haciendo votos porque la esperanza prevalezca sobre el desaliento y porque el mensaje, al término de la misión, no se transforme en semilla de discordia superior a la prevaleciente.

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Por la razón que fuere pudo más la diplomacia vaticana que la mexicana, la gira papal recorre el callejón donde el país está metido.

No hay lugar -a excepción, quizá, de la basílica de Guadalupe- donde la palabra encuentre reposo. Aun en la reunión en la Catedral de México, donde el

Papa Francisco hablará con la jerarquía eclesial mexicana, hay asuntos propios de la iglesia difíciles de tratar si, en verdad, se quieren abordar. Ahí estarán los príncipes que han cerrado los ojos y simulan que la iglesia nada tiene que ver con cuanto ha ocurrido dentro y fuera de ella.

Estado de México, Chiapas, Michoacán y Chihuahua son emblemas, por antonomasia, del callejón donde el país está metido y el representante mayor de la iglesia católica resolvió recorrerlos. Esas entidades simbolizan las grandes regiones y los pequeños rincones del país donde se ha vivido y se vive en carne viva la marginación y la pobreza ancestral, la impunidad criminal y la pusilanimidad política imbatida, la falta de seguridad, respeto a la vida y la integridad, así como el tráfico de las peores expresiones de la inhumanidad. Donde millares de desaparecidos reclaman su reivindicación.

No deja de ser paradójico que, justo veinticuatro horas antes de la declaración papal señalando que hablará fuerte sobre los derechos humanos, la barbarie criminal haya cobrado 49 vidas en un penal, donde gobierna la delincuencia y no la autoridad...

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