SOBREAVISO / Inseguridad... ¿nacional?

AutorRené Delgado

Menudo error. A la administración se le olvidó gobernar.

Hechizada por el trámite y la instrumentación de las reformas hoy sujetas a revisión, se le pasó prestar atención a minucias tales como la seguridad pública que, hoy, deriva en amenaza a la seguridad nacional y la democracia.

Ahora, el crimen intensifica y diversifica su actuar en los campos de su tradicional dominio... y en otros más. Golpea no sólo a la sociedad, sino también a la economía: a centros neurálgicos del funcionamiento del Estado -vías de comunicación, banca y suministro de energía-. Por si ello no bastara, emite con anticipación su voto, amedrentando o eliminando aquí o allá a quienes no quiere ver en la boleta.

La administración vive un apuro, su candidato ni se diga. El crimen trabaja con denuedo y a los observadores extranjeros les inquieta la incapacidad oficial de dar garantías para votar y ser votado. Los invitados a certificar la pureza del proceso electoral miran con azoro la anormalidad democrática en que transcurre la campaña. Y, quizá, les asombra el dicho presidencial describiendo a México como una historia de éxito, mientras la gobernabilidad se desmorona.

No es una burla oficial, es un agravio cuanto está ocurriendo.

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Desde que la administración elevó a rango de monumento a los indicadores macroeconómicos y los venera en el retablo de la estadística, optó por ignorar la realidad y la sociedad. Se desentendió de ambas.

Los reclamos ciudadanos le parecieron un zumbido, un ruido impertinente en la sinfonía de las reformas y los indicadores. Un ronroneo, digno de acallar con un spot: "¡Ya chole con tus quejas!", rezaba a finales de 2015 aquella propaganda de los genios de la comunicación oficial. Desde hace tiempo, la administración está sentida por la incomprensión. Malagradecida, nomás falta que le digan a la sociedad.

Pese al creciente malestar, la administración mantiene la actitud. Insiste en regañar a la sociedad por su enojo y malhumor. "Piensen con la cabeza", le recomienda el jefe del Ejecutivo y, a manera de sedante, le recita el logro molido del porvenir que nomás no llega. Nada de lamentar tragedias, es hora de celebrar la felicidad.

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El problema es que, en plena campaña electoral, el crimen ha resuelto encarar al Estado, y la administración nomás no halla qué hacer.

El diccionario de la criminalidad engrosa de más en más el lomo de su edición en piel. Asalto, atentado, amenaza, cobro de piso, colgado, cuota, decapitado, encobijado...

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