SOBREAVISO / Impunidad y negligencia

AutorRené Delgado

Los crímenes no quedarán impunes, ese es el mensaje cifrado en acciones que el gobierno federal manda ahora en Michoacán. Pero si esa acción no se acompaña de otra, cuyo mensaje sería "tampoco se tolerará la negligencia y la corrupción política", el esfuerzo por restablecer el orden y la paz en esa y otras regiones del país será efímero.

Impunidad criminal y negligencia política integran la fórmula del deterioro social e institucional que tal daño ha causado a la República que incluso, ahí, donde se quisiera obviar tan penoso asunto -el Foro Mundial de Davos-, la falta de seguridad pública en México no escapa al interés de los inversores y observadores internacionales. Por eso, el discurso sobre las reformas estructurales no alcanzó el brillo que pretendía, lo opacó la violencia criminal y la descomposición social e institucional prevalecientes.

Si sólo ataca la impunidad criminal, pero el gobierno y los partidos insisten en tolerar la negligencia y la corrupción política, el país no va a salir del agujero.

Si bien es innegable que el crimen consiguió enseñorearse en Michoacán, entre otras razones, por la base social que encontró al inicio de su actuación, no puede atribuirse tal fenómeno sólo a la habilidad, la inteligencia y la destreza de los capos del cártel de Los Caballeros Templarios, La Familia y Nueva Generación. Tal posibilidad encontró, sin duda, campo fértil en la negligencia de los gobiernos habidos en esa entidad que, al desamparar a la población y rendir la plaza, cavó su propia sepultura.

El problema estriba no sólo en lo hecho por el crimen, también en lo que dejaron de hacer o deshicieron los gobiernos y los partidos en esa y otras entidades de la República.

Insistir que la recomposición social e institucional de Michoacán demanda sólo aplicar de manera combinada la política social y la de seguridad conducirá a un alivio temporal y a un fracaso prolongado. La situación exige a los gobiernos, federal y estatales, así como a los partidos nacionales y estatales sancionar la negligencia y la corrupción política que contribuyen en mucho y de modo inexorable al desmadejamiento del tejido social e institucional.

Ningún partido está dispuesto a reconocer un hecho viejo y evidente: la violencia y el crimen avanzan cuando la política y el derecho retroceden, cuando -en complicidad- la clase política, dirigente de un país, encubre y tolera sus propias fechorías, pretendiendo ver el delito sólo en quienes carecen del carnet de...

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