SOBREAVISO / La historia circular

AutorRené Delgado

El País vive días circulares. Aquellos que parten y regresan al punto de partida y, en su vértigo, crean la ilusión de un gran dinamismo siendo que se patina en el mismo lugar.

El repunte de los secuestros repite cuentos de terror ya conocidos y, sin embargo, el Gobierno reacciona como si fuera la primera vez que los escucha. "Los Halcones", aquel legendario grupo paramilitar de choque, resucitan en León, donde su Alcalde, Vicente Guerrero Reynoso, responde a la crítica: "me vale wilson". El espionaje repone la paranoia de no saber cuántos más escuchan lo que entre dos se dice, sin que el brazo derecho reaccione frente a la evidencia. La falta de seriedad de la consulta pública sobre la reforma petrolera encuentra interlocutor en el subsecretario Jordy Herrera que, de pronto, podría proponer el "apartheid" entre los técnicos-conocedores y los ignorantes-sin derechos.

Son días circulares estos donde la historia se repite... y ya se sabe qué pasa cuando la historia se repite.

Rebasado por el combate al narcotráfico que, de pronto, parece responder más a una exigencia foránea que a un reclamo doméstico, el Gobierno descuida al crimen que golpea directamente y sin piedad a la ciudadanía.

Fuera de grabadora y pidiendo comprensión para no abrirlo públicamente, ésta o aquella persona u organización interesada en acabar con la infamia supuesta en los secuestros refiere verdaderas historias de terror sobre el plagio en curso, donde incluso el pago del rescate ni siquiera es garantía para recuperar al ser querido.

Ante esas historias se enchina la piel, pero irrita hasta la desesperación el que, como oferta de temporada, el Gobierno presuma sustanciales rebajas en las tarifas de los secuestradores: sólo cobran el 5 por ciento de lo que originalmente exigen. Nomás falta que, como expresión de una profunda sensibilidad oficial ante el problema, Hacienda declare deducible de impuestos el pago de los rescates si los secuestrados expiden el correspondiente recibo de honorarios.

Lo más indignante del asunto es que esas historias de terror no son nuevas. Más bien son viejas, desde hace años se escuchan y, sin embargo, en la agenda de los partidos y los Gobiernos, la seguridad pública no es una prioridad. En el mejor de los casos, la inseguridad adquiere relevancia en temporada electoral; es, entonces, cuando prometen equipamiento, profesionalización, coordinación pero, pasada la temporada, la seguridad ciudadana se entiende como parte de la vida privada...

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