SOBREAVISO / ¿Fin de año o era?

AutorRené Delgado

Es difícil determinar si hoy concluye un año o una era... a saber. Sin embargo, la caída de las hojas del calendario -estampadas con sucesos políticos insólitos, atentados brutales en distintas latitudes del planeta y un bombardeo devastador en Siria- sembró incertidumbre, no certeza.

La bitácora de los acontecimientos registrados en los últimos doce meses descuadró la agenda del porvenir. Signos de interrogación y admiración suplantaron comas y puntos y seguido. El cierre de este 2016 obliga a plantear muchas preguntas en el ánimo de reformular respuestas de mayor alcance y hondura, de reflexionar de un modo distinto y ensayar nuevos acuerdos de muy compleja trama nacional e internacional.

¿Es compatible el nuevo modelo económico dominante con el viejo régimen democrático establecido? ¿No asfixia o pervierte la revolución del mercado la evolución lenta de la democracia? ¿El progreso se reduce a crecimiento económico sin desarrollo social? ¿La velocidad del flujo de información inmediata no atenta contra la serenidad de la toma de decisiones dirigidas a reponer la gobernabilidad duradera? ¿La globalización no abarca a las distintas clases sociales del planeta? ¿El mercado sufre ahora de la obesidad que, antes, se criticaba al Estado?

A esas preguntas, se agrega un par de interrogantes que provoca escalofrío.

¿El remoto atentado contra las Torres Gemelas fue el aviso, aún no del todo digerido, de un tipo de guerra distinto a los conocidos, donde las ofensivas militares de las grandes potencias concentran la acción devastadora en teatros de operaciones específicos y las contraofensivas de movimientos político-militares con fundamento religioso diversifican y dispersan los frentes de combate? ¿Tal tipo de guerra y los efectos no deseados del neoliberalismo no socavan derechos y libertades en aras de una seguridad sin garantía, colocando en un predicamento a la democracia?

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Hace ya más de tres décadas se emprendió la reconversión industrial y la transformación de la Unión Soviética que concluyó, por un lado, con la globalización y, por el otro, con el derrumbe de lo que fue el bloque de países socialistas.

Cayó el muro de Berlín y del cascajo se hizo souvenir turístico, recuerdo supuesto de un pasado superado. Y vino la prisa por declarar el fin de la historia, adelgazar al Estado hasta dejarlo en los huesos y expandir el mercado sin reparar si el modelo político y social occidental resistía la apertura y luego la globalización económica...

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