SOBREAVISO / Un extraño enemigo

AutorRené Delgado

Aun cuando se quiere establecer un paralelismo con la crisis sanitaria y económica del 2009, la de hoy es distinta. El país se encuentra ante una realidad inédita y peligrosa para la salud, la economía, la política y el porvenir.

El momento demanda un mínimo de unidad y disposición para actuar de conjunto con velocidad, pero sin descuidar el ritmo, así como también tomar, asumir y cumplir sin chistar medidas extraordinarias. Sólo así se podrá hacerle frente a "un extraño enemigo", el Covid-19.

No entender de ese modo la emergencia podría terminar por lastimar a la nación no sólo durante la pandemia, sino también después. De ese tamaño es la situación.

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La idea del "extraño enemigo" no apela a un chabacano ánimo patriotero, sino a la intención de engarzarla al concepto manejado por el presidente Emmanuel Macron al hablar de la pandemia.

"Estamos en guerra, en una guerra sanitaria -dijo el mandatario francés en su alocución del lunes-. Es cierto, no luchamos ni contra un Ejército ni contra una nación, pero el enemigo está ahí, invisible y evasivo, y avanza. Esto requiere nuestra movilización general".

Tras darle ese carácter a la crisis sanitaria y anunciar medidas radicales e insólitas para contener el virus y sus consecuencias, Macron señaló que la circunstancia reclama "una nueva solidaridad" e instó a los franceses "a hacer nación". Sí, se vive una guerra contra un enemigo desconocido e invisible y, por lo mismo, es menester guardar unidad y disciplina, movilizarse -así sea, aislándose-, solidarizarse con quienes sufrirán más la embestida y luchar.

Vale rescatar esa concepción porque, en el caso nacional, un muy buen número de actores y activistas políticos -pesos pesados y mosca- están haciendo de la pandemia, motivo para vulnerar la posibilidad de darle un solo frente al virus, tomar ventajas en la peligrosa circunstancia y deshacer, en vez de "hacer nación".

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Imaginar cuántas vidas podrá cobrar el coronavirus y si la de uno va entre ellas angustia, desde luego, pero también inquieta qué tan confrontado o fracturado social y políticamente quedará el país como para encarar la consecuente crisis económica.

Ahí es donde irrita ver la irresponsable actitud de esos actores y activistas de muy diversa talla. Pareciera no animarlos la idea de dar la batalla contra el virus formando un solo ejército, sino instalarse desde ahora en la posguerra, en el paisaje después de la desgracia, y calcular qué beneficio podrán derivar de la...

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