SOBREAVISO / Enero... y el año

AutorRené Delgado

Si enero fue vaticinio... el año viene muy pesado y, peor aún, con los amortiguadores políticos y económicos vencidos.

Los sucesos de esos primeros treinta y un días resumen el tamaño de la crisis en puerta. Malas noticias en el campo de la seguridad pública, la política y la economía que la clase política ignora porque el motor de sus preocupaciones y ocupaciones siguen siendo las pequeñas ambiciones, los caprichos y las ocurrencias. Allá la gente con sus quejas y molestias, acá nosotros con los privilegios y las prerrogativas, parece su divisa ante la crisis.

En todos y cada uno de los campos donde la crisis estalla un día sí y otro también hubo manifestaciones y, pese a ello, se echó de menos la sensatez y el arrojo político para tomar las decisiones que la circunstancia exige.

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En el terreno de la seguridad pública, el año amaneció con el homicidio de la alcaldesa de Temixco, Gisela Mota Ocampo, que puso al descubierto cómo los grupos criminales ajustan su modus operandi en razón del relevo registrado en centenas de municipios. El asesinato fue la expresión sangrienta de un problema de mucho mayor fondo con doble vertiente: el del entendimiento entre política y delito, así como el de la incapacidad de autoridades y partidos para concebir y replantear la estructura policial del país. En su lógica, con borrar las policías municipales y dar un ejército de policía a los gobernadores el asunto queda. Así de fácil.

A ese primer evento siguió el de la desaparición de cinco jóvenes en Tierra Blanca, Veracruz, que de nuevo hizo evidente la relación entre policías y criminales, así como la pusilanimidad de los gobernadores, en este caso, Javier Duarte. En una escala distinta pero de la misma gravedad quedó claro que la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa no fue algo extraordinario, sino ordinario. Tierra Blanca revela que son pocas, muy pocas, las lecciones sustraídas de lo ocurrido en Iguala. Todo cae en la misma fosa.

La fiesta por la recaptura de Joaquín Guzmán Loera duró poco. Las revelaciones en torno a la recaptura, pero también en torno a la fuga, exhibieron la liga ya mencionada entre política y delito, donde ningún partido queda a salvo: ahí está la todavía diputada local Lucero Sánchez que nunca fue del PAN, pero sí tuvo su amparo político. Por lo demás está por verse si sectores y celebridades sociales han incorporado a sus negocios y a su forma de vida a los criminales.

La cubetada de agua fría a la fiesta fue la...

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