SOBREAVISO / Debate en forma

AutorRené Delgado

Bajo el jaloneado, ríspido y, a veces, encontrado debate sobre las propuestas del próximo gobierno, hay un hecho saludable. Ahí, yace el silencio impuesto por las cúpulas y la negación a democratizar las decisiones.

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Hacía mucho no se sujetaban a debate abierto tantas cuestiones y asuntos del interés público.

Secrecía, opacidad, imposición e incluso capricho o transa llegaron a constituir el método de decidir. Por eso, ahora tanto revuelo y ruido empañan los argumentos y los contraargumentos, polarizan las posturas y le dan sonoridad a la discrepancia. Se había perdido la práctica de ventilar y abrir a discusión grandes y pequeños asuntos de Estado y, con ello, el derecho a opinar y participar en las decisiones.

En la idea de la alternancia limitada a una cuestión de turno entre partidos con un mismo proyecto, la democracia se redujo a su capítulo electoral, borrando su título participativo.

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Con y sin limpieza se endiosó sin garantizarlo del todo el capítulo electoral: se votaba, pero no se decidía.

La gente podía elegir quién debería ejecutar una decisión tomada de antemano. Qué hacer y cómo era materia resuelta y concentrada por las cúpulas políticas y técnicas que, por convicción e interés -a veces, por combinación o negocio de esos valores-, se arrogaban el privilegio de determinar por dónde debería ir el país.

Parte del fracaso de algunas de las reformas estructurales y las políticas emprendidas este sexenio ahí tuvo su origen. Las decisiones no fueron discutidas ni compartidas, fueron dictadas e impuestas... incluso, a veces, contra y no con la gente. Y, en el colmo, manchadas por la corrupción.

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La pasada elección, una enorme porción de votantes sacudió la democracia tutelada y reducida.

Escapó al esquema que tan bien le venía al modelo neoliberal y al régimen bipartidista con adherencias. Esa ciudadanía no sólo eligió quién, sino también qué. Optó no sólo por una alternancia, sino también por una alternativa: un cambio de paradigma.

El grueso del electorado resolvió reivindicar a la democracia en sus capítulos electoral y participativo. Votar y decidir, participar. De ahí la importancia que, después de tanto tiempo, cobra el debate.

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Retomar una práctica descuidada o abandonada exige, como todo, reacondicionarse.

Con el debate ocurre lo mismo y, por lo pronto, los participantes y las partes involucradas en él se ven fuera de forma. No acaban de entender su rol, de encancharse ni de ubicar el límite y el...

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