SOBREAVISO / Día de la Reconstitución

AutorRené Delgado

Suena a broma, pero no es aventurado decir que el Centenario de la Constitución de 1917 no podrá conmemorarse.

A lo largo de su historia, los cambios introducidos a la Ley Fundamental han reformado y deformando su espíritu original y, en particular, las modificaciones hechas el año pasado obligan a reconocer una realidad insoslayable: la Constitución ya no es la de antes. La cirugía aplicada fue mayor.

Aun cuando no lo parezca se cambió el régimen. Importante el hecho en sí, hasta ahora se echa de menos el concepto y el sentido de la transformación. Un cambio relevante cuyo destino es incierto, tanto porque faltan en más de un caso las leyes secundarias como también la instrumentación y aplicación de ellas. Está por verse si la nueva Constitución es gato o liebre.

Quizá, la conseja política recomiende celebrar como si nada el noventa y siete aniversario de la Constitución, aun cuando ésta ya no exista. Ojalá, el presidente de la República escape a esa tentación y el próximo miércoles reflexione en torno a qué queda de aquel documento y qué pretende el vigente. La efeméride es oportunidad para que el discurso presidencial exponga el concepto y la pretensión de la nueva Constitución y prescinda del almidón que entiesa y solemniza las palabras hasta quebrarlas.

La Constitución de 1917 no es la Constitución de 2013.

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Hasta ahora, el discurso presidencial relativo a las reformas constitucionales emprendidas ha evitado o eludido, quizá por estrategia -diciéndolo con benevolencia-, hablar de ellas en conjunto. Se han presentado una por una y de un modo inconexo, sin explicar su vértebra y articulación y sin exponer la visión global.

Sin entrar a especular por qué se ha hecho de ese modo, la conmemoración del 5 de febrero se antoja como fecha ideal para escuchar la causa de fondo por la cual se resolvió -si se resolvió- cambiar de régimen. Vistas de conjunto, las reformas suponen y pretenden un cambio de régimen.

Se ajustó el régimen político-electoral, el educativo, el energético, el administrativo, el fiscal, el hacendario, el financiero, el laboral y el de las telecomunicaciones. No se reformaron algunos aspectos de esos regímenes, se modificó su vértebra. Si de por sí solas inciden en áreas fundamentales de la política y la economía, en conjunto replantean la relación de y entre los mexicanos en la multidimensión de su expresión y actividad. El total de la suma arroja por resultado un cambio de régimen.

La gran interrogante es si desde su...

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