SOBREAVISO / Ausencias

AutorRené Delgado

En tan sólo cinco años, una pléyade de grandes mexicanos desapareció. Desde el momento mismo del aviso de su muerte, se supo del tamaño de su ausencia.

En el amanecer del 2010 partió Carlos Montemayor y, en el verano, Carlos Monsiváis. En el otoño del 2011 nos dejó Miguel Ángel Granados Chapa y, el año siguiente, Jorge Carpizo y Carlos Fuentes. En 2013, se fue José María Pérez Gay, y el año pasado no tuvo piedad: partieron José Emilio Pacheco, Luis Villoro, Gabriel García Márquez, Arnaldo Córdova y, al final, Vicente Leñero. Ahora, apenas al despuntar el año, Julio Scherer.

En un lustro, el abecedario perdió letras; la expresión de la libertad, voces; el ejercicio de valores, carne y hueso. Claro, cada uno de ellos incurrió en errores, tentaciones y ambiciones. El balance, sin embargo, corona sus aciertos, principios, convicciones, conducta y generosidad.

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En cualquier momento y en cualquier lugar, la ausencia de seres de esa estatura y talla es una pena. En la circunstancia mexicana, una calamidad. Se fueron cuando se confunde la trascendencia con la fama, lo sustancial con lo accesorio, el puesto con la postura, la divisa con el eslogan... el brillo con lo brilloso, la grandeza con la pequeñez, la vida con la muerte.

Días en que la República y la democracia sufren un retroceso. Cuando la moral se reduce a lo legal; la ética de la responsabilidad a un arreglo; la confianza a un examen de control; la libertad a la compra de la voluntad; la solidaridad a la complicidad; el civismo al cinismo; la corrupción a un modo de ser; las elecciones a una millonaria rotación de puestos.

En mal momento su partida. Cuando en el campo de la política, de la gran política, abundan las vacantes y más de uno quiere figurar sin ser.

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Críticas y defectos aparte, esa pléyade enriqueció el vocabulario o, al menos, no dejó empolvar el diccionario. En contraste con la clase política que, de tiempo atrás, se esfuerza por parapetar en el circunloquio o el eufemismo el fracaso de su palabra y condena, bajo cargo de exageración, a quien denomina por su nombre la naturaleza del poder que arrastra al país a la violencia o al desencuentro. Ahí se explica por qué tanto colega periodista prefiere tomar dictado con esmero que escribir con propiedad.

Con artificios, esa élite política disfraza su omisión constante. La aparición de un comisionado federal oculta la ausencia de poderes en Michoacán. Un examen de control suple la confianza ciudadana en sus...

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