SOBREAVISO / La otra alternancia
Autor | René Delgado |
No, no es el simple relevo de una legislatura por otra, es la segunda gran alternancia en el Legislativo, enmarcada en la crisis del sistema de partidos.
Un crac advertido oportunamente por algunos cuadros y analistas políticos, mientras las dirigencias partidistas practicaban la política cupular y gozaban la dicha de pertenecer a una élite que confundió el poder con el tener e hizo pingües negocios políticos y económicos, al tiempo de legislar mal e instrumentar peor las reformas que, decían, aseguraban el destino.
La transa y el canje fueron acompañados del aplauso sincero o la claque contratada de otros analistas que, con tal de impulsar el proyecto neoliberal sin reparo en lo social, toleraron la corrupción, menospreciaron la seguridad pública, interior y nacional, y perdieron la perspectiva.
Hoy, la cúpula de los partidos tradicionales y sus grupos parlamentarios no acaban de entender la circunstancia y, desorientados, se desmadejan y devoran los mendrugos de su fracaso. Y, del otro lado, el movimiento en el gobierno, mayoría en el Legislativo y cabeza en el Ejecutivo, afronta un desafío: convertirse en un partido capaz de conservar y articular el respaldo popular y crear su propio espacio sin confrontar el liderazgo de su jefe político ni sucumbir ante él.
La posibilidad de ajustar rápidamente el modelo económico y el régimen político sin verlos volar por los aires toca al movimiento en el gobierno, pero también a los partidos sin movimiento o en ciernes. Es un reto compartido difícil de resolver y del cual depende reponer o no el horizonte.
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Entre paréntesis. En el cuadro, asombra ya sin preocupar la desubicación del presidente saliente, Enrique Peña Nieto.
A punto de rendir su último informe de gobierno que, de serlo, debería hacer el balance no de un sexenio, sino de una política desarrollada durante décadas, el mandatario levanta y cuelga los brazos. Intenta justificar la actuación, resaltar lo hecho, convertir en acierto impensado el error indubitable, disolver los excesos en el modo de explicarlos, y lamentar como un descuido la ausencia de gobierno. No reflexiona sobre el reino, excusa su reinado, ansiando una pizca de comprensión y gratitud.
Del gobernador interesado en escuchar, ampliar contactos e integrar una red de apoyo; del candidato asertivo, mediático y decidido; del presidente electo audaz, resuelto a sumar y pactar; del mandatario negociador, firme y discreto, capaz de ceder espacio al Congreso; del...
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