SOBREAVISO / Más allá del Presidente

AutorRené Delgado

Vistos en retrospectiva, son ya varios sexenios en que el país carece de gobierno.

Sin restarle responsabilidad al actual jefe del Ejecutivo, es evidente que la situación lo rebasa. No es para menos, el carácter del problema es estructural: el régimen político no da más de sí. En esa medida, reducir la falta de gobierno a la mala gestión administrativa o, bien, a la capacidad o la voluntad del mandatario no contribuirá a remontar la circunstancia y sí, en cambio, puede complicarla.

Algún día habrá que hacer el balance del daño provocado al país por las administraciones panistas de Vicente Fox y de Felipe Calderón. Contaron, el primero, con condiciones políticas y, el segundo, con condiciones económicas insuperables para emprender la reforma política necesaria, y las despilfarraron. En particular, Felipe Calderón ahogó el país en un baño de sangre y renunció a la política.

Hoy, los mandamases son mandamenos. De ahí la urgencia de que otras instancias u organizaciones se activen. De otro modo, no es descartable ir a una situación peor a la prevaleciente. No se ha tocado fondo porque, a sabiendas, se niega reconocer la raíz del problema. Y sí, las cosas sí pueden empeorar.

Si bien los polos y los agentes de poder han cambiado la configuración justamente del poder, la subcultura del presidencialismo insiste en recargar sobre los hombros del jefe del Ejecutivo todos los males y todos los bienes nacionales. La realidad, sin embargo, desde hace años es otra. Lo sabe la clase política, aunque una porción venere y le queme incienso al mandatario y otra lo vitupere y desee quemarlo en leña verde. Por eso sorprende la pasividad o la perversidad de los partidos opositores.

Los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática actúan como si la situación fuere exclusiva responsabilidad del presidente Enrique Peña Nieto. Y sí, sí es competencia de la administración pero también de los partidos opositores ocuparse de cuanto está ocurriendo. Estructural y coyunturalmente, la oposición contribuyó por acción u omisión a llevar al país a la crisis que lo afecta.

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La evidencia es obvia. El régimen niega el gobierno. No importa quién gane la próxima elección presidencial, nadie conquistará el gobierno.

Por decir lo menos, durante los últimos 16 años esa ha sido la experiencia: candidatos y partidos ganan votos, no siempre con legitimidad, pero no constituyen gobiernos. Salvo muy contadas excepciones, en los estados el resultado ha sido el mismo...

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