En sintonía con la palabra

AutorDaniel de la Fuente

"No sé yo en qué distancias / se sumirán mis ojos / ni en cuáles aires / se esparcirá mi voz.

"No sé yo en cuáles mentes / vivirá mi recuerdo / ni en cuáles corazones / latirán con mi amor".

Versos así fueron de las primeras palabras que Ramiro Garza pronunció ante un micrófono de radio un día de abril de 1949, luego de que Ernesto Hinojosa Subeldía, vendedor de la XEH, leyera el primer libro que aquel chico, de 19 años, había publicado: Amor, Ensueño y Lágrimas.

"Ramiro, tienes que leer estos versos en el radio", le dijo emocionado al joven que entonces estudiaba medicina, carrera que debió dejar para trabajar, y lo llevó con el dueño de aquella estación, Constantino de Tárnava.

"¿De veras son tuyos estos versos?", le preguntó el pionero de la radio. "¿No los copiaste?".

"¡De ninguna manera!", contestó Ramiro. "Si quiere, ahorita le hago unos".

De Tárnava sonrió y ordenó que después del programa nocturno Joyas Musicales, que pasaba tres veces a la semana en la histórica estación, Ramiro leyera versos durante 15 minutos.

"Y ahí comenzó mi historia de hablador", ríe Ramiro, quien días después de esta entrevista recibió un homenaje por más de 60 años de fundar estaciones, dirigirlas y ser su programador. En agosto, en el marco de la sexta Convención monitorLATINO, que reunirá en la Ciudad de México a directivos, programadores y locutores de la industria de la radio en español, recibirá uno más.

Hoy, el regiomontano tiene 83 años, es asesor de una cadena nacional de radio, sigue escribiendo poemas, entre otros géneros, y le queda mucha pila, o mejor dicho, mucha onda para seguir en el mundo de la palabra.

Ésa a la que Ramiro ha dado su vida.

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Aun sin conocerlo, Ramiro Leonel Garza Treviño, de cabello entrecano, gafas y sus eternos tirantes, inspira confianza. Basta escuchar su manera elocuente de hablar para advertir que se está con un hombre armonioso.

A su alrededor, en su casa de Monterrey, a donde esporádicamente llega ya que la mayor parte del tiempo la pasa en el DF, su esposa, la poeta Carmen Alardín, caracolea de un lado a otro. Dice que lo conoció antes que él a ella al oírlo por radio.

"Yo con ese muchacho me voy a casar", le dijo ocurrente como es a su abuela en Los Herreras, y vueltas que da la vida un día se toparon en Palacio Federal. Lo reconoció por la voz.

"También escribo poemas", le dijo la entonces chica, de 16 años, lo que a Ramiro le causó simpatía. Se casaron en 1952.

Ramiro, nacido el 7 de febrero de 1930, es el mayor de cuatro hijos que tuvieron Francisca y Donaciano, éste dedicado...

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