El símbolo siempre presente

En algunas fotografías parece que se asoma. En otras es el fondo natural. Seguramente los fotógrafos les dijeron a sus protagonistas: "Acá, pónganse aquí, que se vea atrás el cerro".

El Cerro de la Silla, ícono de Monterrey, testigo de las fundaciones: la que quizá no existió de Alberto del Canto, pero quien le habría dado el nombre; la de Luis Carvajal y de la Cueva, verdadero gobernante, y la de Diego de Montemayor, quien sin tomar en cuenta la anterior fundación quiso hacer la suya. Y quedó en la historia oficial.

Así, el "Hermoso Cerro de la Sía", como escribió Alfonso Reyes, "quién estuviera en tu horqueta / una pata pa' Monterrey / y la otra pa' Cadereyta", ha sido la presencia silenciosa en nuestros acontecimientos más íntimos y cruciales: la fundación misma, la persecución de los indios, todas las batallas: estadounidense, francesa, revolucionaria, así como el despertar industrioso.

Fue presencia también de las inundaciones, casi todas fatales y que cambiaron el rostro de la Ciudad; el vuelo a dinamita del Templo de San Francisco, la construcción más antigua; el apagón de luces durante la Segunda Guerra Mundial por el temor de bombardeos que jamás sucedieron; el correr de las guerrillas y el asesinato de Eugenio Garza Sada, la demolición del Centro de Monterrey para poner la Macroplaza y la actual época roja debido a la delincuencia.

Ahí estuvo cuando los Niños Campeones ganaron Williamsport con aquel juego perfecto, cuando Lorenzo Garza, Manolo Martínez y Eloy Cavazos tuvieron tardes gloriosas, cuando Alfredo Ramos Martínez trazó sus cuadros maravillosos, Eulalio González "Piporro" emprendió el taconeo, Vianey Valdés puso a bailar al país entero y Celso Piña hizo que en otros continentes se escuchara el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR