Jesús Silva-Herzog Márquez/ El ridículo o la épica de la banalidad

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

La nueva clase gobernante tiene una idea épica de la política. Su actuación está inspirada en la ilusión de la hazaña. No es el logro sino la proeza lo que los mueve. Nuestros héroes no se ven como administradores de lo ordinario sino como apoderados de lo prodigioso. Por eso arropan todos sus actos con la manta de las inauguraciones magnas. Pero lo que inauguran es frecuentemente una capa de barniz en el viejo mueble.

Hay mucho de ridículo en esta frustrada pretensión heroica. Se creen solemnes portadores del futuro, impostan la voz, inflan el pecho ante la ocasión que registrarán los libros de historia, ensayan expresiones graves para las placas del bronce. Y son, en realidad, involuntariamente cómicos. Su proceder es auténticamente ridículo porque quienes participan en la ocurrencia no son capaces de reírse de su comicidad. Son épicos de la banalidad. Cantan loas a la gran hazaña de contar obviedades.

Ridículos: el inventor del agua tibia que reclama el Premio Nobel por la genialidad de su creación, el Secretario de Gobernación que vende como proeza un acuerdo irrisorio. No merecen otro calificativo. El inventor del agua tibia y el almibarado Secretario han perdido el piso cuando empiezan a creerse que su cabeza es la realidad y que el resto del mundo debe celebrar su incompetencia.

Lo mismo puede decirse del ridículo evento de la semana pasada en que se presentó el Acuerdo Político para el Desarrollo Nacional. No significa nada, no aporta nada al desarrollo del País, no representa ningún acuerdo sustancial, no compromete en lo más mínimo a los actores políticos del País y es tenido como un gran acontecimiento político. Ridículo.

El Presidente de la República, al presentar el Magno Acuerdo Político Para el Desarrollo Nacional, llegó a decir que la firma del pacto sería motivo de orgullo para los mexicanos. Aquí sí podemos ponernos de acuerdo, sentenció en el Palacio Nacional. Pero, ¿qué hay de celebrable en este acuerdo?

Yo no encuentro nada celebrable, más allá de su involuntaria comicidad. Sus considerandos son la constatación de los hechos y cantaleta de lugares comunes: nadie tiene mayoría, necesitamos acuerdos, el respeto a los demás es bueno, las instituciones deben ser la pista de solución de los conflictos. Las mayores lindezas del documento firmado el domingo 7 de octubre están en sus puntos de acuerdo. Se trata simplemente de un pacto sobre el país deseable. El gran acuerdo nacional, ese pacto histórico del que el Presidente y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR