Jesús Silva-Herzog Márquez / El sometimiento

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Resulta imposible cerrar los ojos, ignorar lo que se ha visto en la pantalla. Los videos que hemos observado recientemente retratan la rendición de la sociedad mexicana, el sometimiento de su política, la pleitesía de sus autoridades, la naturalización de lo aberrante.

Una mujer que gobierna un municipio michoacano se entrevista con un representante del crimen organizado. Desbaratada emocionalmente, implora comprensión. Un familiar ha sido asesinado recientemente. El crimen le extraña porque ha cumplido puntualmente su acuerdo con los delincuentes. "No he faltado", le dice. "Yo me sentía segura con ustedes pero algo falló. Si yo fallé, díganmelo". La voz se corta mientras las manos de quien representa a la Empresa, la consuelan. La presidenta municipal reitera que se siente segura con ellos. Ha recibido protección y expresa gratitud por el trato. Por eso no entiende lo que pasó y pide una explicación. La Empresa transmite su pesar por la desgracia y le manifiesta su apoyo para continuar su carrera política y convertirla en diputada. "Tiene usted un buen corazón", le dice el emisario del crimen. La entrevista tiene otro propósito: extraer de la funcionaria la pista para detectar al culpable e imponer la sanción. Criminales que consuelan a políticos lastimados por el delito y se ofrecen a reparar el daño.

Segunda película imborrable. Los familiares de un hombre recientemente fallecido comparecen ante el jefe principal de la mafia michoacana. El capo conoce el caso, ha hablado previamente con los herederos, sabe los nombres de algunos y ha sido enterado del patrimonio que ha quedado sin dueño. El video registra, como en acta notarial, los compromisos que cada uno asume. Tal propiedad para el hermano, tanto dinero para la hermana, tales inmuebles para la viuda. Cada uno de los involucrados da su palabra frente al capo y su camarógrafo. En lugar de gastos notariales, en lugar de impuestos, los herederos ofrecen una cantidad a la Empresa. Criminales que ofician como fedatarios, que cobran impuestos como el fisco, que fungen como mediadores y garantes de la tranquilidad pública.

Quizá lo más grave de todo es que ambas secuencias desaparecieron de inmediato de la atención pública. Aparecieron en algún medio y pronto se olvidaron. Más atención ha capturado la fiesta y la compañía de los diputados panistas. Alguna ocurrencia, el escándalo del día siguiente, el pleito de siempre recibió las notas, los reportajes y los comentarios que llenan...

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