Jesús Silva-Herzog Márquez / Una crítica

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Hace unos años el diario londinense The Guardian anunció sus planes para transformarse radicalmente. Saltaría a la modernidad, dejaría la tinta y el papel y se escribiría íntegramente en tuits. Seremos el primer diario publicado totalmente en tuits, anunciaba con orgullo. Ya basta de rollos, decían los editores: ninguna información necesita más de 140 caracteres. Era una broma del Día de los inocentes, pero algo decía: asfixiar la palabra y expandir la imagen es la obsesión del momento. El lugar común es que una imagen vale más que mil palabras. Las ideas estorban, bastan las frases.

Escribo este artículo en menos espacio del que tenía la semana pasada, así que tengo que ir al punto de inmediato: los periódicos están en crisis y el mío la encara mal. Entiendo -o creo entender- el desafío que la tecnología le lanza a los diarios tradicionales, esos productos del siglo XVII, hechos de papel barato y regidos por el ciclo estricto de los días. La revolución de las comunicaciones ha sido muy buena para la libertad de expresión pero despiadada con la prensa. La gente es bombardeada cotidianamente por información. Todo el tiempo recibe en la palma de su mano avisos de lo que sucede aquí y en cualquier parte. Así se entera de lo que sucede en su barrio y en el mundo; la cartelera del cine y los resultados del futbol. No tiene ya que esperar a la mañana siguiente para enterarse de lo que sucedió la tarde anterior. ¿Dónde se coloca la antigualla de la tinta y el papel en esta profusión de noticias?

La respuesta no es fácil. No creo que haya nadie que tenga la respuesta a esta crisis inesperada de los periódicos. Es interesante que al rescate del Washington Post haya entrado el hombre que rehizo la industria del libro. Por una bicoca, la milésima parte de lo que cuesta una aplicación utilizada para sacar y difundir fotos de gatitos con anteojos, Jeff Bezos, el fundador de Amazon, compró el Washington Post. ¿Reinventará el periodismo? Lo que le ha dicho a los empleados del diario parece sensato. Los valores del periódico no deben cambiar con el dueño. El compromiso de un periódico es con sus lectores y no con los intereses particulares de sus propietarios. No hay mapa. Lo que importa preservar, escribía Bezos, es la valentía que debe marcar la vida de un periódico. Valentía para resistir la presión de publicar y hacerlo solamente cuando la historia esté bien fundada. Valentía...

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