Jesús Silva-Herzog Márquez / Clientelismo armado

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Es uno de los edificios más altos de América Latina. Tiene 45 pisos pero no tiene elevador. En muchos pisos faltan ventanas y algunos carecen de paredes. Abundan los platos de satélite. Está en Caracas y, para el gran reportero Jon Lee Anderson, es el mejor emblema del régimen chavista. En un reportaje publicado hace un año en la revista New Yorker el periodista analizaba el régimen político del rascacielos inconcluso. Se empezó a construir en 1990. Tres años después, el constructor murió y la torre quedó a la mitad. Nadie la compró. Varios proyectos para concluir la construcción fracasaron. Finalmente, en octubre de 2007 varios cientos de hombres, mujeres y niños invadieron la torre y se establecieron ahí. Viven en la torre desde entonces.

No fue una invasión ocasional. Más bien fue resultado de una convocatoria política desde el Estado. El presidente Chávez llamó a la gente a ocupar construcciones abandonadas, a invadir bodegas y edificios desocupados. Frente a la escasez de vivienda, la invasión se legitimaba como acto justiciero. El régimen cambió después de parecer y prohibió las invasiones, pero el impulso inicial provino de la autoridad. En todo caso, los ocupas entablaron una relación directa con el régimen que los alentó primero y los protegió después. Si el alto edificio de Caracas simboliza de algún modo al régimen es precisamente por esa mezcla de reivindicación social y de ilegalidad; de inclusión y de violencia. Permisos y obsequios que alimentan una violenta lealtad. Anderson describe brillantemente el salvaje urbanismo del chavismo: esa prolífica fábrica de clientelas. Los espacios ilegalmente ocupados constituyen un régimen en miniatura: una estructura de poder sin rivalidades, un temible sistema de justicia, un estricto régimen de vigilancia, un jugoso complejo de permisos y concesiones rentables. Todo embona: el comedero del edificio vende comida bolivariana a precios socialistas. No es, por supuesto, una isla que se aparte del entorno. Es aplicación de la filosofía de un régimen a ese barrio vertical.

Lo notable es que, bajo la retórica de la "revolución bonita", esas clientelas no son simplemente portadoras de votos, sino también de balas. Las clientelas pueden acudir al llamado de una concentración para mostrar apoyo al líder o repudio al traidor. El clientelismo chavista ha tenido, en efecto, ese...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR