Siempre y Cuando / Tren de noche

AutorLuis Vicente de Aguinaga

De ningún modo el insomnio se puede considerar una virtud, pero en los viajes por tren puede quizás aprovecharse. No me refiero, por lo tanto, al insomnio crónico, al verdadero insomnio; me refiero al insomnio excepcional, que parece cuando mucho una forma de la exaltación o excitación del ánimo. El probema está en que, si admito la existencia de un insomnio benigno, aunque falso en tanto insomnio, debo modificar la primera frase de mi artículo; y habida cuenta que compongo estos párrafos a bordo de un tren, y que lo propio del tren es avanzar y no retroceder, yo me dejo invadir por ese impulso y me niego a corregir lo escrito anteriormente. Por lo visto, el insomnio puede y no puede ser considerado una virtud. Es en momentos como éste cuando, como diría César Vallejo, "mi maquinaria da silbidos técnicos".

El caso es que, contra mis principios, tardo en quedarme dormido. Y no cito a César Vallejo por casualidad, puesto que viajo ahora con una edición pequeñita de los Poemas Humanos. En las etapas de mi recorrido he terminado por leer de principio a fin este libro que antes había leído a saltos, como sospecho que casi todo el mundo lee los libros de poemas; y aunque Vallejo mismo no dispuso el orden -y ni siquiera el título- de los Poemas Humanos, la edición que llevo días manoseando se deja recorrer coherentemente. La primera línea del primer poema ("La violencia de las horas") es una melancólica y austera constatación: "Todos han muerto". Y el poema final ("Sermón sobre la muerte") da inicio con estos versos: "Y, en fin, pasando luego al dominio de la muerte..." De la muerte a la muerte, pues, Vallejo consigue lo que muy pocos más han logrado hacer con la palabra: dar vida.

El tren pasa, digamos, por Burdeos. O por Vitoria, o por Burgos. O incluso por Astorga. Es verdad que, como suele decirse, los viajes ilustran. Pero no está de más intercalar una pregunta: ¿ilustran a quién y con respecto a qué saberes previos, o a qué ignorancias? ¿Ilustran a quien realiza el viaje, a quien escucha sus relatos o a quien, después de muchos años, absorbe alguna información convenientemente depurada, o bien irremediablemente adulterada, o bien adulterada por depuración o enriquecida por contaminación y desvío, que haya tenido su origen en aquel remoto desplazamiento? ¿Ilustraron los viajes a Cristóbal...

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