El sida carcome a los niños de Africa

De la misma manera en que la peste bubónica trastocó el orden social en la Europa medieval, el sida le dará nueva forma a Africa. Pero ¿cómo? Esta semana, mientras las Naciones Unidas daban a conocer nuevas y aterradoras cifras para la epidemia global, representantes de 22 Gobiernos se sentaron con expertos en Windhoek, capital de Namibia, para hablar de diversos escenarios posibles.

El panorama es inimaginablemente desolador. De los 42 millones de personas en la Tierra infectadas con el VIH, el virus que causa el sida, tres cuartas partes viven en Africa. En algunos países del sur africano, más de una tercera parte de todos los adultos es portador del virus, una tasa alguna vez considerada imposible.

Asimismo, un jovencito de 15 años de edad en Botswana tiene una posibilidad del 80 por ciento de morir a causa del sida.

Entre las muchas maneras en que la epidemia está desestabilizando al continente, quizá la más preocupante es la creciente población de huérfanos. Aquellos que mueren de sida con frecuencia dejan hijos atrás, la mayoría de quienes no están infectados.

Contando a todos esos menores de 15 años de edad que han perdido a por lo menos uno de sus padres, Africa ya tenía 34 millones de huérfanos el año pasado. Para fines de la década, se predice que la cifra se elevará a 42 millones, la mitad de ellos quedando huérfanos debido al sida.

La existencia de un gran número de niños sin guía paternal es probable que signifique problemas. Los niños huérfanos tienen muchas más probabilidades que quienes no lo son de faltar a la escuela, pedir limosna o dedicarse a la prostitución, enfermarse, no ser vacunados, transmitir enfermedades y morir jóvenes.

En Mozambique, el 68 por ciento de los niños con ambos padres vivos asisten a la escuela, en comparación con sólo el 24 por ciento de quienes no cuentan con sus padres.

Los huérfanos con frecuencia muestran un comportamiento destructor. En Latinoamérica en los años 80, los niños de la calle elevaron los índices de criminalidad y frecuentemente eran tanto los perpetradores como las víctimas de la violencia horrenda.

Los huérfanos de Africa son mucho más numerosos, y grandes cantidades de ellos se congregan en los cruceros de tránsito de Nairobi, Lusaka y Johannesburgo, pidiendo limosna, inhalando pegamento y robando. Muchos están traumados por haber visto a sus padres consumirse poco a poco y morir. La mayoría es esquivada por el estigma que rodea a la muerte por sida y porque se supone -de...

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