“Si falto a las juntas, me quitan medio apoyo”

GENERAL CEPEDA, Coah., agosto 5 (EL UNIVERSAL).- “Si no voy a la junta o a que me chequen en el Centro de Salud me quitan la mitad del Prospera (programa de inclusión social), y si falto dos veces, no me dan nada”, explica la señora Herlinda Carrillo Robles en su vivienda, donde todo es penumbras.

Tímida, la mujer, que vive con su esposo y dos hijos, platica que lo más que llega a ganar al mes son mil 500 pesos, aunque nunca ha visto tanto dinero junto. Ella es la que más aporta a la casa porque además de su sueldo, es beneficiaria del programa del gobierno federal Prospera.

“Si me ha servido para comprar el mandado, pero a veces me quitan la mitad y en lugar de mil 200 pesos por bimestre nada más me dan 600 pesos”, dice al hablar del apoyo.

“Cuando no voy a la junta o a la cita para que me revisen en el Centro de Salud me rebajan la mitad, nomás me dan 600, me dice la enfermera que la orden viene de México”, explica y añade que no está de acuerdo que le “mochen” su apoyo porque en vez de 20 pesos diarios, sólo le dan 10 pesos.

Peor aún “si uno no va las dos veces que te citan para ver cómo estás de salud, no sale el cheque, no nos dan nada”, apunta al considerar que es una medida injusta, y de la cual seguramente no sabe nada el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Jornadas por 50 pesos. Herlinda, de 50 años y hablar lento, trabaja de lunes a domingo barriendo, trapeando y limpiando en una panadería.

Gana 50 pesos diarios en un horario de ocho de la mañana a las tres de la tarde.“A veces después de la panadería limpio casas con tal de que me den un taco”, añade.

Con Herlinda vive su esposo, Juan Manuel Sosa Vázquez; él ya no trabaja desde hace varios años.“Ya no me acuerdo cuántos, andaba de albañil, pero se enfermó. Por la tomada sufría hemorragias y empezó a tener problemas con la presión alta, se quedaba desmayado a veces y ya no fue a la obra”, dice la mujer.

El matrimonio tuvo cinco hijos, tres ya se casaron y sólo dos viven con ellos, uno de 18 años y otro de 16.

Se muestra parca al hablar de sus dos hijos que viven con ella, sólo atina a decir que trabajan en lo que pueden y lo que ganan apenas les alcanza para ellos. Del menor, Mariano, comenta que ya no entró a la secundaria porque estaba muy grande cuando terminó la primaria.

Herlinda y su familia habitan una casa de adobe en ruinas, ubicada en la colonia Centro; los techos y paredes de los tres cuartos están a punto de venirse abajo.

La vivienda es oscura, por ello...

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