La Shoah: entre la Historia y la Memoria

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 26 de enero)Judit Bokser LiwerantCIUDAD DE MÉXICO, febrero 1 (EL UNIVERSAL).- El 27 de enero es el Día Internacional de la Memoria del Holocausto en homenaje al trágico desenlace del exterminio nazi. La fecha marca el día de la liberación de Auschwitz, que se proyecta como el núcleo del asesinato de seis millones de judíos, parte de la planeada aniquilación total del pueblo judío y de su cultura, impedido sólo por la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial.

El asesinato y la destrucción de la vida judía fue para el Estado nazi un fin en sí mismo. Con la ideología nazi -derivada de la concepción de la desigualdad natural de la condición humana, la inferioridad judía y el dominio de la raza aria- interactuó la racionalidad instrumental de una Modernidad cuyos límites han sido ubicados por no pocos filósofos, sociólogos e historiadores, precisamente en Auschwitz.

Un Estado moderno poseedor de una avanzada tecnología cayó en poder de una ideología, un partido, un liderazgo y un sistema de dominación que encauzó y precipitó el exterminio. Racionalidad burocrática e irracionalidad y mito convivieron; ambos se conjuntaron en Auschwitz, en el Holocausto, en la Shoah. La naturaleza fría y mecánica de la maquinaria industrial de la muerte y sus hornos crematorios masivos, dirigida por burócratas distantes e inhumanos se abonó en procesos previos de prejuicio y exclusión. Aunque no existió un plan detallado que fijara tiempos y controlara cada movimiento del exterminio, las prácticas y dinámicas del Estado alemán se conjuntaron y armonizaron con los objetivos ideológicos del régimen: la "Solución Final" a la existencia judía.

Progresivamente se gestó una radicalización de las medidas antijudías. En la década de los años 30, el asesinato estuvo ausente como política estatal no sólo por el peso de la opinión pública, sino también por la falta de integración al interior del régimen y la carencia de una política antijudía centralizada. Entre 1933 y 1938, el régimen nazi implementó diversas soluciones a lo que se denominaba Judenfrage, "cuestión judía", todas ellas con el propósito de obligar a emigrar a los judíos de Alemania: el método legislativo -que alcanzaría su cúspide con las Leyes de Nuremberg en 1935-, el económico -cuya política más conocida fue la "arización" de las propiedades judías-, el exhibicionista -que se manifestaría en el primer pogrom de la Alemania nazi: la Kristalnacht...

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