Shhh... puros secretos

AutorSergio Zepeda de Alba

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TORONTO, Canadá.- Kathy Waugh camina por el antiguo barrio industrial The Distillery, que se ha convertido es una de las zonas consentidas de los artistas torontenses. En los edificios victorianos de ladrillos rojos de esta zona de moda los empresarios de la cultura han encontrado espacio para poco más de 130 restaurantes, galerías, y tiendas de diseño.

Un ejemplo de ello es el primer lugar de la zona adonde nos lleva Kathy. Apenas se abre la puerta, un aroma a vainilla y cacao nos inunda.

"El chocolate caliente aquí es sencillamente maravilloso", susurra. Soma Chocolate Maker, dentro del edificio 48, es un verdadero paraíso para los amantes del chocolate gourmet.

Desde 2003, Soma ofrece desde trufas de cacao peruano hasta elíxires mayas con jengibre, naranja, vainilla y un toque de chili.

"No todo mundo hace una costra dura con tanta personalidad como la que tienen ellos", escribe Sue, una usuaria del portal chocolatelife.com que viajó desde Buffalo a Toronto para visitar Soma.

La siguiente parada se encuentra a un costado de Soma, en el edificio 47. Bergo Designs es una tienda repleta de las creaciones de renombrados diseñadores.

Los objetos parecen salir de pronto del piso, de una pared, de la mesa, y llenan los casi 300 metros cuadrados de la tienda. Aquí un reloj Philippe Starck, allá una banca de Frank Gehry, detrás un tazón Eva Solo. Los 30 minutos que tenemos para explorarla nos parecen insuficientes y partimos, un poco resignados, al siguiente destino.

"¿Listos para comer?", pregunta Kathy, ya en el mercado de Saint Lawrence, donde muchos entusiastas de la comida local se dan cita todos los días para comprar los productos de granjeros y comerciantes.

En el lado norte, los granjeros de la provincia de Ontario venden sus productos todos los domingos desde las cinco de la mañana, mientras que en el lado sur, cerca de 50 proveedores ofrecen desde mostaza canadiense y miel de maple hasta sal rosa del Himalaya.

Con esa multiplicidad de sabores sorprende que Kathy sugiera lo que quizás sea el plato más sencillo del lugar: 200 gramos de tocino canadiense sobre un pan.

Una mordida basta para saber por qué Robert Biancolin, propietario de Carousel Bakery and Sandwich Bar, presume en su pared los artículos que lo señalan como el mejor lugar para disfrutar el Peameal Bacon on a Bun, este típico platillo canadiense.

El postre, a unos cuantos locales de allí, nos regala otra mordida de simpleza: una tarta de mantequilla, azúcar morena, y...

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