Sergio Sarmiento / Maestra indefensa

AutorSergio Sarmiento

"No podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta".

Artículo noveno constitucional

Adriana es una maestra que da clases por su cuenta en la Ciudad de México. Ayer trató de llegar desde Iztapalapa, donde vive, a la Colonia Juárez, donde debía impartir una clase. Nunca llegó. Un bloqueo en la Avenida Ermita Iztapalapa se lo impidió.

Poco importó que permaneciera prisionera en un transporte público dos horas de su vida. La maestra perdió su clase y su ingreso del día. Nunca se enteró siquiera de cuál de todas las organizaciones políticas que afirman representar a las clases populares y que han convertido las manifestaciones y bloqueos en un próspero negocio de chantaje político fue responsable de su infortunio.

Según el Gobierno capitalino, en la primera mitad del 2008 se realizaban 6.4 movilizaciones cada día en el Distrito Federal (REFORMA, 6.10.08): se trata de más de 2 mil 300 al año. La cifra incluye marchas de protesta (la mayoría), mítines políticos, concentraciones, peregrinaciones e incluso "eventos culturales". El resultado es convertir cada traslado en la Ciudad de México en una aventura de incierta conclusión.

Un grupo relativamente pequeño de activistas políticos protagoniza la enorme mayoría de estas movilizaciones. Los participantes son en buena medida profesionales y reciben su ingreso de partidos políticos, sindicatos, organizaciones sociales (como Antorcha Campesina o los Panchos Villas), oficinas gubernamentales y escuelas públicas. Su real ocupación es, sin embargo, proporcionar la carne de cañón que nutre las manifestaciones. Son estos individuos los que gritan en el megáfono para que los acarreados coreen sus lemas como si fueran simples borregos.

Muchos de los participantes en las protestas reciben algún tipo de retribución: desde una pobre torta hasta camisetas y cachuchas, pero también dinero. A otros se les convence de asistir a cambio de participar en el botín de alguna invasión de predio. También se les promete una tajada del dinero o de los tratos preferenciales en programas gubernamentales que se obtienen precisamente con el chantaje de las movilizaciones.

Los organizadores de estas marchas se escudan detrás del artículo noveno de la Constitución que señala: "No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente... No podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta... si no se...

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