Sergio Elías Gutiérrez/ El laberinto chiapaneco

AutorSergio Elías Gutiérrez

Hace unos días con honradez intelectual, Dulce María Sauri, presidenta del PRI, alertaba a sus correligionarios de que la crisis de ese partido aún no había tocado fondo. Su declaración coincide con los juicios que hacen los analistas sobre el destino de esa organización política.

Es evidente que la presidenta de ese partido avizora que los días aciagos aún no conocen el fin. Lo sucedido en Chiapas el domingo pasado puede ser el designio en los próximos años en el país.

Las siguientes pruebas electorales del PRI serán en Tabasco, donde Madrazo parece tener la situación bajo control; y luego Jalisco, donde no parece tenerlas todas consigo.

El año próximo se renovará la gubernatura de Baja California, donde se inauguró la alternancia en gobiernos locales en 1989. Desde entonces la caída ha sido ininterrumpida.

Las frecuentes renovaciones de la dirigencia se iniciaban siempre con la promesa de reformar al partido. Las pugnas internas se hicieron evidentes después de la 18 Asamblea Nacional en la que se impusieron los candados para la elección de candidatos y dirigentes que redujeron el margen de maniobra del Presidente para elegir al candidato a la vez que despejaron el camino a Labastida, lo que a la postre resultó fatal.

La incógnita sobre la suerte del PRI continúa latente. De muy poco sirven las reuniones de gobernadores para tratar de remediar la crisis. Difícilmente podrían aceptar que gran parte de las desgracias del tricolor son producto de la negligencia, prepotencia, corrupción y demás jinetes del Apocalipsis que azotan a ese partido, en gran parte debido a los mismos pretendidos salvadores.

Lo mejor sería encontrar quién salve al PRI de sus redentores, pero se ve difícil.

El enfrentamiento entre dos bandas rivales por los despojos del Municipio de Chimalhuacán de hace unos días pone al PRI frente al espejo de sus miserias. La violencia y el número de muertos superan al de cualquiera de las batallas en la guerra de Chiapas.

La Antorcha Campesina tiene en su haber un largo historial de violencia por años; el PRI lo usó como brazo armado para atacará al PRD en zonas rurales. Esa violencia se vuelve contra su creador. Así lo reconoce con valentía Dulce María Sauri, aceptando los inconvenientes del reclutamiento de esa especie política en las filas del PRI.

La derrota en Chiapas resulta particularmente relevante. Ahí se da la mayor conflictividad social y política, muchas de las oportunidades y los retos que afronta el país. Ahí se vive...

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