Sergio Aguayo / El viraje absurdo

AutorSergio Aguayo

En derechos humanos, el gobierno mexicano y sus aliados en la sociedad civil perdieron la brújula. Están rebasados y reaccionan negando la realidad o descalificando a los críticos.

El Estado se encajonó en una contradicción. Para sentirse parte de la modernidad universal aprobó leyes, asignó presupuestos y derrochó discursos. Llenó su organigrama de simuladores, burócratas y algunos funcionarios comprometidos con las víctimas que operan en condiciones bastante difíciles por las trabas burocráticas y las políticas erráticas.

Felipe Calderón ocultó el problema y dejó un panorama desolador. Enrique Peña Nieto empezó bien. Se comprometió a estar del "lado de las víctimas y de sus familiares", y el 9 de enero de 2013 recibió en Los Pinos a un grupo representativo de afectados que llegaron con sus fotos, sus lágrimas y sus reclamos. El Presidente sentó a su lado a Javier Sicilia y así nació una Ley General de Víctimas ahora desdibujada.

Ayotzinapa y otras barbaridades despedazaron el espíritu de aquel 9 de enero. Puestos a elegir entre víctimas u orden establecido optaron por el segundo; y Veracruz lo confirma cada día. Se multiplicaron las críticas del exterior mientras que los organismos civiles mexicanos y algunos medios de comunicación señalaban la crisis de los derechos humanos. En algún momento de 2015 el gobierno de Enrique Peña Nieto y sus aliados civiles dieron un golpe de timón e intentan levantar una muralla similar a la que había en el México autoritario.

Hay indicadores. La Secretaría de Relaciones Exteriores descalificó a Juan Méndez, relator especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, sustituyó al independiente Miguel Sarre con un embajador de carrera para integrar el Comité contra la Tortura de la ONU y lanzó señales de inconformidad con el trabajo del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) enviado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

La actitud hacia el GIEI muestra el viraje. En junio de 2015 el Presidente alabó el trabajo del GIEI y aceptó sus recomendaciones. Poco después empezó una guerra sucia contra el GIEI y en enero de 2016 la CIDH se vio obligada a salir a expresarle públicamente su "respaldo total, absoluto e incondicional". Lo más revelador es que la CIDH solicitó al gobierno mexicano que salieran juntos a respaldar al GIEI y tuvieron como respuesta el silencio.

Simultáneamente los organismos civiles que coinciden con la postura oficial se lanzaron a una crítica frontal y...

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