Sergio Aguayo / El titiritero

AutorSergio Aguayo

Llegó la hora de las reformas a las telecomunicaciones. Inicia una batalla que puede redefinir la relación entre el Estado mexicano y los poderes fácticos.

Un estereotipo que acompañó a Peña Nieto como candidato fue el de ser un "político ignorante y vacío", un "esclavo del teleprompter", un "producto de Televisa". Con el anuncio del Pacto por México y con la reforma educativa empezó el revisionismo sobre sus motivaciones y objetivos. En efecto, ¿quién es y qué quiere el ahora Presidente?

Para entender a Peña Nieto hay que partir de una de sus frases: "estoy a favor del presidencialismo". Eso quiere decir que desea recuperar la capacidad de árbitro, de gran decidor que alguna vez tuvo la figura del presidente mexicano. En palabras de Jorge Zepeda Patterson: no quiere ser títere, "quiere ser titiritero" (El Universal, 17 de febrero de 2013). Es un objetivo extremadamente ambicioso dada la debilidad que tiene la institución presidencial.

Para lograr ese objetivo, Peña Nieto y su grupo han desplegado una estrategia de tres puntos (un tridente) bastante parecida a la que les funcionó para su asalto a palacio. La primera columna es mantener el control sobre el PRI. Lo están logrando y uno de los ejemplos ha sido la doma de Jorge Hank Rhon, quien terminó disciplinándose a la decisión de nombrar a Fernando Castro Trenti como candidato priista a gobernador de Baja California.

Una segunda vertiente es la relación con el PAN y el PRD. Después de las elecciones inició un cortejo que culminó en el Pacto por México, ese acuerdo portentoso que conjunta en un proyecto común a PAN, PRI y PRD bajo el liderazgo presidencial. Las dirigencias del PAN y del PRD apoyan el Pacto porque incorpora parte de sus programas, además de ser una forma elegante de salirse por un tiempo de los pleitos que fracturan a los dos partidos.

El Pacto lleva a la tercera punta del tridente: la redefinición de la relación entre Estado y poderes fácticos. La presentación de la Ley de Telecomunicaciones seguirá el mismo ritual seguido con la reforma educativa: el Presidente la anunciará acompañado de los dirigentes de los tres grandes partidos. Aunque esta ley también afectará a las telefónicas, por el espacio me centro en la interacción entre Estado y televisoras.

Existen cuatro razones que hacían predecible y lógico que Elba Esther Gordillo y las televisoras recibieran un trato preferencial. La primera es que habían acumulado demasiado poder. Durante los dos sexenios panistas Elba...

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