Sergio Aguayo / Timo, estafa

AutorSergio Aguayo

Simulación. Teatro. Son términos fuertes pero apropiados para categorizar la actitud y las políticas de nuestro gobierno frente a las armas ilegales que llegan de Estados Unidos.

El 15 de junio, The Washington Post sacó un reportaje sobre la compra de armamento a Estados Unidos por 3 mil 500 millones de dólares hecha por el actual gobierno. Es razonable que las Fuerzas Armadas y las policías mejoren su equipo; se enfrentan a bandas criminales cada vez mejor abastecidas. Es igualmente positivo el control que la Secretaría de la Defensa Nacional ejerce sobre la venta de armas. En todo México solo hay una tienda -en el Campo Militar Número 1- donde se pueden adquirir legalmente y la Sedena tiene un riguroso control y supervisión sobre las licencias que otorga para su portación.

Es una lástima que los delincuentes no acudan a la Sedena a solicitar licencias o adquirir suministros bélicos. No lo necesitan porque tienen a su disposición un gigantesco mercado negro. Según una investigación de Íñigo Guevara y Eugenio Weigend, en México hay actualmente un inventario de 24 millones 600 mil armas de fuego ilegales (su texto en inglés está disponible en www.sergioaguayo.org). Esas armas se utilizan para matar gente y cometer delitos. Los homicidios dolosos perpetuados con armas de fuego pasaron de 25% (2000-2006) a 55% (2013-2014) y en cualquier secuestro o robo nos enteramos que los delincuentes cargan rifles de asalto o escuadras de uso exclusivo del Ejército.

Lo sorprendente es la indiferencia gubernamental. El 16 de junio la Procuraduría General de la República difundió un comunicado sobre un encuentro entre su titular, Arely Gómez, con su homóloga estadounidense, Loretta E. Lynch. El texto emite un penetrante olor a incienso: la reunión fue histórica y marcó el principio de una era de colaboración en diversos niveles, etcétera. En ese comunicado jamás mencionaron el asunto del tráfico ilícito de armas.

Para entender el silencio regresemos a los tiempos de Felipe Calderón, que sí tenía incorporado a su discurso el tema de las armas. En su último año como Presidente ordenó que se fundieran tres toneladas de armas aseguradas para levantar un espectacular que decía "No more weapons". Lo plantó frente a la línea fronteriza para que lo vieran los vecinos desde El Paso. Su beligerancia discursiva jamás significó irse a la raíz del problema; en 2009 dio marcha atrás en una demanda legal que estaba preparándose...

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