Sergio Aguayo Quezada / Tienda por tienda

AutorSergio Aguayo Quezada

Es una burla que los mexicanos mueran para frenar el tráfico de marihuana mientras los vecinos legalizan su consumo. La quejumbrosa impotencia de Felipe Calderón, el Presidente de las soluciones empantanadas, es una afrenta.

El martes 2 de noviembre se votará en California la Propuesta 19 que legalizaría el cultivo, la venta y el consumo de la marihuana. Según las encuestas la Propuesta será derrotada en las urnas. En la práctica legalizan calladamente la comercialización de la marihuana para usos "medicinales". California fue el primer Estado en aprobarla en 1996 y este año ya tiene unas mil tiendas que generan alrededor de mil millones de dólares de ganancias anuales. Para que el negocio prospere hasta redujeron las penas a quienes la consuman poniéndolas al nivel de las multas de tráfico (El País, 22 de octubre del 2010). Otros 13 Estados han aprobado iniciativas similares; el uso "medicinal" es una tendencia imparable (un cuadro con la información detallada puede verse en www.sergioaguayo.org).

Mientras prospera la nueva industria, Washington sigue exigiendo a México que le haga el trabajo sucio. Es una hipocresía consistente con la historia estadounidense. Como son pragmáticos siempre enfrentan un problema buscando obtener alguna ganancia. Como se consideran excepcionales piensan que pueden y deben dictarle al mundo un código de conducta.

Felipe Calderón es un regañón en casa. Fustiga a Gobernadores y funcionarios que se "agachan y se van de lado" y a la sociedad reclama que no se una en torno a su propuesta. Pero frente a Estados Unidos, es un bonachón. Ante la posibilidad de que California apruebe la legalización el Presidente declaró que "nos va a meter en un problema difícil de resolver. Va a tener un impacto en el mercado mexicano y no sé en qué sentido". Luego adoptó el tono del papá severo pero complaciente, esta "inconsistencia en la política pública de Estados Unidos es algo reprobable" (El Tiempo citando a La Razón, 6 de octubre del 2010).

Hace tiempo la retórica nacionalista y los exabruptos ocasionales encubrían la debilidad mexicana. En 1969 Washington cerró unilateralmente la frontera y Gustavo Díaz Ordaz impulsó con beneplácito una Operación Dignidad para que ya no compráramos productos estadounidenses. Duró poco el enojo y cedió silenciosamente al chantaje estadounidense sin que hubiera reproches, porque la prensa estaba controlada.

Estas maniobras han perdido eficacia. Los discursos no encubren la falta de imaginación...

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