Sergio Aguayo Quezada / Orgullo chilango

AutorSergio Aguayo Quezada

En materia de derechos humanos, la capital se ha puesto a la vanguardia en México y América Latina; de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) depende que siga siendo así.

El centralismo agoniza, el federalismo florece y el país es un mural con sátrapas corruptos e islotes de buena relación entre gobernantes y gobernados. Si tomamos como indicador a los derechos humanos, es en verdad notable lo que ha sucedido en el Distrito Federal, en donde se sentaron las bases para que las políticas gubernamentales tengan como prioridad la dignidad humana. Nunca antes se había hecho algo así en América Latina.

La metodología consistió, primero, en hacer un Diagnóstico sobre el cual se construyó un Programa. Ambos ejercicios fueron el resultado del trabajo y el diálogo de especialistas, organismos civiles y las tres esferas del gobierno capitalino (en particular de Marcelo Ebrard). Los resultados se dejarán sentir en los próximos años porque el Programa incluye 2 mil 412 acciones concretas. De mantenerse el impulso, los funcionarios actuarán pensando en los derechos y la dignidad humana y frenarán la tentación, también humana, de abusar de su cargo.

Uno de los impulsores del Diagnóstico y del Programa ha sido la Comisión de Derechos Humanos del DF que, de esa manera, culmina la construcción de un modelo de organismo público de derechos humanos basado en el profesionalismo y el compromiso con autonomía y pluralidad. Emilio Álvarez Icaza rindió buenas cuentas en su último informe presentado este martes 22 de septiembre. ¿Sobrevivirá el proyecto su salida?

La Asamblea Legislativa del DF tiene hasta el 30 de septiembre para elegir al próximo titular de la Comisión. Una forma de abordarlo es someter nombres a la exaltación o el escarnio público. Otra, mejor, es poner como marco un perfil de lo ideal. Con este último criterio, la Asamblea deberá elegir a una persona capaz de mantener y superar lo alcanzado. Un primer criterio es tomar como referentes los Principios de París, que incluyen los criterios que debe reunir un ombudsman: autonomía, respeto a la pluralidad y compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas.

Es igualmente necesario que el o la elegida esté en sintonía con una entidad que pese a su diversidad y conflictividad, ha decidido democráticamente respetar la diversidad sexual, la interrupción legal del embarazo, la equidad de género y las necesidades de los discapacitados. Sigue entonces que quien dirija a la Comisión...

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