Sergio Aguayo Quezada / Los gobernantes

AutorSergio Aguayo Quezada

Cuando deseamos defender causas justas nos topamos siempre con algún gobernante o funcionario. ¿Cómo detectarlos?, ¿cómo dialogar con los que están dispuestos a pensar en el bien común y en la justicia? Comparto algunas reflexiones fruto de la observación y, en ocasiones, de la participación.

En todos los niveles hay gobernantes dispuestos, por los motivos que sea, a respaldar políticas que beneficien a las mayorías. La reforma de 1977 se debe en mucho a Jesús Reyes Heroles y la de 1996 a Ernesto Zedillo. La acción de constitucionalidad contra la Ley Televisa la encabezaron los senadores Javier Corral (PAN) y Manuel Bartlett (PRI). Las recientes reformas a la Constitución, que permiten las acciones colectivas, se lograron por los discretos empeños de Blanca Heredia, una funcionaria de la Secretaría de Gobernación. Si unos vecinos de Jiutepec estamos logrando frenar el desarrollo depredador es también por la disposición del Presidente Municipal de Jiutepec, Miguel Ángel Rabadán.

¿Cómo detectar a los funcionarios en el hoy y el ahora si todos hablan y actúan más o menos igual? Si pudiéramos entrar en su mente veríamos que está amueblada con valores autoritarios y que una de sus creencias más arraigadas es que los cargos y los presupuestos les pertenecen a ellos o a los suyos. En consecuencia se sienten muy incómodos cuando se les solicitan explicaciones o se exigen decisiones. Recelan e imputan maniobras turbias a los peticionarios a quienes intentan ignorar y descalificar con frases como: "¿y éste que se cree?" o "a estos me los manda el cabrón de...". En raras ocasiones reconocen que los ciudadanos a veces sí tenemos la razón.

¿Cómo romper ese blindaje? En parte depende de la manera de acercarnos a ellos. Si los inquietos e inconformes quieren iniciar una relación fructífera es poco recomendable tildarlos de "ineptos", "corruptos" o "ilegítimos". Debe frenarse el impulso tan arraigado de cuestionar automáticamente la autoridad de quien ocupa un cargo. Nos guste o no tienen una cierta legitimidad y es importante hacerles sentir que no se les quiere quitar el cargo o destruirles la carrera.

Tampoco es aconsejable mostrarse tímido cuando se reivindica lo que uno considera justo ni debe uno renunciar a las protestas, las demandas legales, las denuncias públicas. Se trata de empujar sin romper, es un trabajo de filigrana y sutileza equivalente a lo que debe hacer un maestro rural, ateo y enamorado que sólo quiere casarse por lo civil con una...

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