Sergio Aguayo Quezada / El andariego

AutorSergio Aguayo Quezada

A Vicente Fox le apasiona viajar y no lo oculta, ni se avergüenza. Parafraseándolo, ¿y a nosotros qué?

Se enojó. El Presidente se enfureció porque los diputados le prohibieron irse por 10 días a Australia y Vietnam. Para curar la muina regaló una cadena nacional para despotricar contra las minorías "oportunistas" que lo habían "secuestrado" sin razón. El incidente podría engarzarse a la comedia de despropósitos y declaraciones lamentables de este final de sexenio. Puede también verse como parte de un estilo de gobernar que vale la pena entender.

Tengo ya un par de años reuniendo información para un libro sobre la democracia mexicana y sus males, que publicará Taurus el próximo año. Desde el primer armado de los capítulos dedicados a este sexenio me sorprendió la cantidad de kilómetros recorridos por Vicente Fox; es el Presidente más viajado en la historia nacional. Él mismo precisó, "cuatro días a la semana viajo, estoy fuera del escritorio... lo he venido haciendo desde el primer día de gobierno y lo voy a seguir haciendo hasta el último", (Reforma, 21 de febrero del 2006).

¿De dónde nace, y qué consecuencias tiene, esa compulsión viajera? Para su ex secretario particular, Alfonso Durazo, se trata de "un activismo sin dirección, empujado sólo por la necesidad de estar en movimiento, para dar la sensación de dinamismo" (Saldos del cambio, Plaza y Janés). Viéndolo desde otra perspectiva, viajar ha sido, para Fox, una manera de huir de una realidad que le choca porque lo confronta con situaciones desagradables y decisiones difíciles.

Vicente Fox ganó la elección presentándose como un estadista dispuesto a tomar riesgos para transformar México. Muy pronto le salió la personalidad insegura, dio marcha atrás y puso sus lealtades al servicio del orden establecido. Ayudaron los halagos y aclaraciones de los representantes de los intereses creados que le recordaron que triunfar en las elecciones no significaba obtener el poder. Quienes esperábamos reformas empezamos a criticarlo muy pronto porque en el 2001 se hizo evidente la capitulación. Para entender la reacción habría que sumar a las condenas la hostilidad y el desdén capitalinos hacia quienes llegan del interior.

Como Fox siempre se ha visto como un campeón de la democracia (y piensa tener el título a perpetuidad por haber derrotado al PRI en las urnas), reaccionó descalificando o ignorando a sus críticos; de entonces viene su animadversión al "círculo rojo". El Presidente también protegió su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR