Sergio Aguayo / Persona non grata

AutorSergio Aguayo

En unos días Felipe Calderón se instalará como profesor investigador en la Kennedy School de la Universidad de Harvard. Sostengo que es un insulto a nuestras víctimas, una agresión a la Declaración Universal de Derechos Humanos y una violación a los principios que pregona la universidad estadounidense.

Calderón rindió cuentas positivas en cifras macroeconómicas, libertad de expresión y acceso a la información. Puede incluso entenderse que la guerra contra el crimen organizado era necesaria porque había que confrontar el problema, aunque sea discutible la estrategia que adoptó y la manera como dirigió el conflicto. Lo indefendible del ex Presidente es su comportamiento hacia el costo social de la guerra: más de 60 mil muertes, al menos 25 mil personas desaparecidas, 260 mil desplazados, decenas de miles de migrantes secuestrados, etcétera.

En la Declaración de Derechos y Responsabilidades de la Kennedy School se dice que quienes forman parte de esa comunidad se distinguen por respetar "la dignidad de otros" y por tomar en cuenta las "consecuencias que las políticas tienen en las personas". En la Misión de la Universidad de Harvard se lee que sus integrantes asumirán la "responsabilidad por las consecuencias de [las] acciones personales".

Calderón no respetó la dignidad de las víctimas, se desentendió de las consecuencias de sus políticas y evadió la responsabilidad de sus actos. Sus acciones lo exhiben como alguien indiferente, irresponsable e inhumano. En ninguno de sus discursos de despedida incluyó algunas palabras de empatía hacia quienes pagaron las facturas de la guerra contra el crimen. Más grave fue la firmeza con la cual ocultó información sobre lo que sucedía. Demuestro esta afirmación con los desaparecidos, una de las violaciones más graves a los derechos humanos.

Para dimensionar su significado utilizo un texto de Francisco Peregil en El País (23 de diciembre) donde relata la historia de una senadora argentina, Norma Morandini, que descubrió, gracias a un texto publicado en ese periódico, que en 1977 los militares lanzaron a sus dos hermanos al mar desde un avión. En unas cuantas frases condensó el tamaño del fardo que cargó durante 35 años: "Es muy duro y muy difícil transmitir lo que significa la palabra desaparecido. Es un fantasma. Pero decir que es un fantasma es decir nada. Es una presencia que no está. Tú no lo has visto morir ni nadie te dio el pésame, no hay liturgia ni tumba. Nunca los piensas muertos, que es muy...

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