Sergio Aguayo / La derrota

AutorSergio Aguayo

A la memoria de Rosario Green, colega y amiga.

Sobre el destape flota la atmósfera de la derrota. El Grupo Atlacomulco disimula con sonrisas su fracaso y transforma en su abanderado a un representante de la tecnocracia que tanto repudiaron.

Los tecnócratas, economistas formados en el exterior, se apoderaron del poder político a mediados de los años ochenta. Quien fuera corresponsal de The New York Times, Alan Riding, describió en unas líneas el desplazamiento de las élites políticas tradicionales: "Acostumbrados a saborear el pasado, improvisar el presente e ignorar el futuro" los políticos se despertaron un día para darse "cuenta que eran gobernados por planificadores". En los veinte años que los economistas manejaron el timón nacional hicieron cambios estructurales, sí, pero dejaron intactas la desigualdad y la corrupción.

Los dos presidentes panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón, preservaron lo heredado y le añadieron una sangrienta guerra. Prepararon el escenario para el regreso del PRI más atrasado: el Grupo Atlacomulco.

La eficacia fue la principal bandera de Enrique Peña Nieto. Tanto que en el libro que firmó, México, la gran esperanza, las únicas palabras que siempre aparecen en negritas son Estado Eficaz. La fórmula para lograrlo, repetía el ahora Presidente, era con la restauración del presidencialismo, con la unidad del partido y con mayorías estables en el Congreso. Peña Nieto también se definió a sí mismo como "un pragmático al que le importan los resultados". Con ese criterio, sale reprobado de su gestión como Presidente.

La desigualdad se mantuvo, la corrupción floreció, la seguridad empeoró y sigue sin saber cómo manejar las relaciones con los Estados Unidos de Donald Trump, síntoma más claro de que la derrota es evidente. Impuso, al viejo estilo, la candidatura de un representante de la tecnocracia que tiene a su favor no ser priista y proyectar una imagen de integridad y honestidad.

Las bases priistas han reaccionado con entereza y disciplina. ¿Pondrán el entusiasmo y las ganas que se requieren para levantar una candidatura que inicia en tercer lugar? Los primeros indicios no son promisorios. En la época dorada del presidencialismo -en frases comunes en aquellos años, "en el día indicado ni antes ni después"- se alzaban las trancas para que los sectores salieran en tropel a la casa u oficina del ungido. El lunes pasado Meade fue quien visitó los sectores del PRI. La forma es fondo.

El reto del...

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