Sergio Aguayo / Traslúcido

AutorSergio Aguayo

Enero 16 de 2013: Enrique Peña Nieto convoca a la prensa para autorizar la difusión pública de su declaración patrimonial. Mayo 14 de 2014: actualiza su declaración sin informar a nadie. Síntomas de un gobierno traslúcido: deja que se filtre algo de luz pero impide apreciar los detalles.

Cuando Peña Nieto era candidato publicó un libro (México la gran esperanza). En él aseguraba que la democracia daría resultados cuando "profundizar[amos en] la transparencia". Aunque no aclaró cómo cumpliría el compromiso, las declaraciones patrimoniales son barómetro de las voluntades individuales (la ley les deja libertad de decir cuánto hacen público).

Como Presidente, Peña Nieto empezó a caminar en este tema con bombo y platillo. El 16 de enero de 2013 invitó al gabinete y a los medios de comunicación para que vieran cómo autorizaba -apretando la tecla de una computadora- la difusión del primer informe sobre sus propiedades. "Queremos -dijo- ser ejemplo ante la ciudadanía".

Le llovieron las críticas porque resultó ser un monumento a la vaguedad. Aseguró que el 8 de diciembre de 2011 (días antes de ser nombrado candidato del PRI a la Presidencia) recibió una donación de obras de arte, joyería y varios bienes inmuebles; no detalló valor, ubicación o identidad de los que obsequiaron. Fue una invitación al sospechosismo y una confirmación de la levedad de su compromiso.

Al darse cuenta de lo resbaladizo del terreno se atrincheró en el silencio. El 30 de mayo de 2013 presentó discretamente otra declaración y no la subió a la página de la Presidencia. Hermetismo extraño porque en ese documento esclarece que los bienes inmuebles fueron donaciones de su madre y su padre, lo cual es consistente con la información que había presentado como gobernador. La discreción tal vez se deba a que tampoco informó sobre el valor de las propiedades o la identidad de quien le regaló obras de arte y joyas. Un formulario casi idéntico es el que entregó sin alharaca el 14 de mayo pasado.

Enrique Peña Nieto no viola la ley; en ella se ampara para guardarse información. En las democracias consolidadas las normas dejan menos margen a quienes gobiernan. Barack Obama informó sobre sus bienes el mismo día que Peña Nieto (14 de mayo) y las diferencias son enormes. Una peculiaridad es que el documento llevaba la firma de dos funcionarios de la Oficina de Ética Gubernamental (una especie de ombudsman de la transparencia).

El secretismo de Peña Nieto es contagioso. A excepción de Jesús...

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