Seres humanos

AutorRafael Aviña

Más allá de los evidentes problemas de producción de una industria inerte, prácticamente inexistente, las pocas muestras de cine nacional de este nuevo milenio transitan de lo complaciente a lo intrigante, de lo abiertamente comercial y globalizado, al experimento claustrofóbico que busca emocionar al espectador antes de venderle un producto de marketing. Si dos películas de este 2003 ejemplifican esos extremos, son La hija del caníbal (2002) y Seres humanos (2001), ésta última rechazada de la Sección Oficial del pasado Festival de Cine Mexicano en Guadalajara.

Lo primero que llama la atención de Seres humanos, opera prima de Jorge Aguilera, exitoso realizador de anuncios publicitarios y videoclips como el multipremiado Gimme the power del grupo Molotov, es su insistencia en desprenderse por completo de lo explicativo y lo efectista, para sumergirse en terrenos tortuosos como son los recuerdos traumáticos y la muerte de un ser querido, desde una perspectiva tan distante y reflexiva que evita cualquier asomo de melodrama y sentimentalismo. Producida por el Centro de Capacitación Cinematográfica, se trata de una propuesta arriesgada llevada hasta sus últimas consecuencias con resultados tan inquietantes como satisfactorios.

La cinta abre con una imagen bellísima: la de una pareja de hermanos pequeños que intentan aguantar la respiración en una alberca, escena que se convertirá en el detonador de una suerte de thriller intimista, emocional y melancólico que trabaja con...

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