Sensibilidad estética, conciencia política

AutorStephen Schwartz

Ha transcurrido medio siglo desde la muerte de Diego Rivera, una personalidad creativa cuyo nombre por sí solo basta para identificarlo. Descubrí su obra sólo siete años después de su deceso. Yo tenía 16 años, un "angloaltacaliforniano" rodeado de bosques y montañas cerca de San Francisco, consumido en la herencia bilingüe de mi lugar de crianza. Yo también era un comunista del tipo pro soviético tradicional, pero así como disentía del camino cultural del "gringo" común, así también concebía mi comunismo de manera atípica. Como he escrito en otras ocasiones, no quería ser un marxista norteamericano, sino latinoamericano. Esto no era por las primitivas fantasías tercermundistas encontradas entre los radicales de las naciones líderes durante los 60, sino porque reconocía en la izquierda hispana una profundidad intelectual y una habilidad creativa, en especial en la literatura y las artes, ausente en sus contrapartes anglófonas.

Para 1965, año al que me refiero, ya había escuchado la historia de décadas de antigüedad de Rivera y los murales del Rockefeller Center, que habían sido destruidos por su contenido radical. Mi familia y entorno social en San Francisco incluían a un buen número de ex asistentes de trabajo de Rivera. Y había visto varias veces el gran mural de 1940, La unidad panamericana, que alberga una universidad de San Francisco y que representaba a Hitler junto con Stalin, este último con un zapapico ensangrentado -entonces una imagen más impactante para mí que cualquier tema sexual.

El mural reflejaba, en una esquina de su amplia extensión, la realidad del pacto Moscú-Berlín en vigor cuando el gran revolucionario León Trotsky fue asesinado en la Ciudad de México. Pero fue sólo después de que alcancé cierta madurez, y que me topé con el volumen de Bertram Wolfe The Fabulous Life of Diego Rivera (1963), con el detallado catálogo de sus obras y los acontecimientos de su vida, que ocurrió el shock del reconocimiento. Yo ya había comenzado a buscar, aunque casi inconscientemente, una manera revolucionaria de...

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