Donde la selva es el cielo

AutorCecilia Núñez

Fotos: Aggi Garduño

Enviadas

QUINTANA ROO.- Desde Tulum seguimos la carretera rumbo a Punta Allen en busca de aquel cachito de cielo.

Mientras que todo en esta zona avanza a pasos agigantados, Sian Ka'an es ese enclave privilegiado, e inmaculado, que envuelve lagunas, manglares, playas, arrecifes coralinos, sitios arqueológicos y selva tropical.

Se trata de la Reserva de la Biósfera más grande del Caribe Mexicano, con un total de 650 mil hectáreas que están protegidas desde 1986. Para nosotros, es ese sitio al que siempre regresamos porque conmueve, porque nada ni nadie altera "el lugar donde nace el cielo", como lo dice su nombre en maya.

Mil 400 especies de plantas, 800 de flores, 400 de aves y poco más de un centenar de mamíferos (algunos de ellos en peligro de extinción, como los jaguares y los manatíes) y una comunidad de no más de 2 mil personas, ubicadas en los pueblos pesqueros de Muyil, Punta Allen y Punta Herrero, son los únicos privilegiados en habitar esta zona.

Aunque hay cinco maneras de entrar al "cielo", esta vez habrá que explorarlo desde Chunyaxche, la puerta de acceso cercana a Muyil, para navegar por la zona de los manglares, observar a las aves que aquí anidan y vivir la experiencia de "flotar hacia el éxtasis", como le llaman los mayas al acto de dejarse llevar por la corriente del agua en uno de los canales.

El líder del grupo de viajeros es Laureano Camaal, habitante y guía de Community Tours Sian Ka'an, una cooperativa maya que se ha organizado para promover el ecoturismo y guiar a los curiosos por la región.

Navegamos por la laguna de agua turquesa llamada Chunyaxche hasta llegar a los laberintos de manglares.

Mientras maneja con habilidad a través de angostos canales, Laureano explica que durante la época de esplendor maya, estos canales y lagunas, que forman parte del sistema acuático llamado Mayak, sirvieron como vías de tránsito y rutas de comercio entre las ciudades de Tulum y Muyil, pero que los alrededores nunca fueron sitios de asentamiento permanente.

La explicación hace fantasear con la idea de que los antiguos mayas ya sabían que este sitio era exclusivo de la naturaleza y que sin hacer alarde de ninguna ley de protección del medio ambiente respetaban que los únicos invitados a hacer de este paraíso su hogar eran las plantas y los animales.

Seguimos con la mirada a infinidad de peces multicolores y una que otra tortuga hasta que llega nuestro turno de flotar. Nos echamos en las aguas cristalinas y dulces...

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