El Seguro Social y la Educación

EL SEGURO SOCIAL Y LA EDUCACION
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Por el Lic. Francisco González Díaz Lombardo

1. LA SEGURIDAD SOCIAL Y LA IGNORANCIA

Beveridge lo ha dicho. "La necesidad es sólo uno de los gigantes que obstruyen el camino de la reconstrucción (gozamos, del bienestar común). Los otros se llaman enfermedad, ignorancia, miseria y ocio".

El Seguro Social ha sido el medio más adecuado en nuestro siglo de realizar la Seguridad Social, como institución que supone la colaboración.

Sin embargo, en México, actualmente, de igual manera que sucede en muchos otros países, se ha contemplado sólo el aspecto del riesgo a que se ve expuesto el trabajador y su familia, sin tomar en cuenta, sino en limitada medida, esa parte importantísima que es de la vida del hombre la educación.

Hemos vivido ya la época constructiva, es preciso que pensemos en proyectar sus magníficos resultados a otros campos, hasta realizar la Seguridad Social integral, por la acción conjunta de los particulares y del Estado.

La política social no ha de estar dirigida únicamente a la protección del trabajador, sino también del empleador, como partes de la empresa. Al llevar, por ejemplo, la seguridad al campo, en consecuencia, no ha de verse sólo la protección, fomento y desarrollo del campesino trabajador, sino también del inversionista, que si posiblemente no tiene la amenaza del riesgo de vida, sí se ve expuesto a las fuerzas naturales, sociales, políticas o económicas.

Nuestro país ha sido revolucionario en su ideología y en su legislación. Su espíritu social se ha hecho siempre manifiesto.

La ignorancia que ha detenido su desarrollo ha de ser combatida eficaz y decididamente por la acción conjunta de los hombres y los estados.

Con estas ideas estimamos que ya es tiempo de hacer realidad el ideal social del derecho contenido en el artículo 123 de nuestra Ley Fundamental, la Ley del Trabajo y la del Seguro Social, combatiendo la ignorancia, que es causa de miseria, de ocio y de infelicidad de los pueblos.

2. SIR WILLIAM BEVERIDGE Y LA IGNORANCIA

Antes de entrar a fondo en el estudio que nos proponemos, es conveniente que oigamos a quien no necesita desde luego presentación, sir William Beveridge, entresacando algunos párrafos de su amena, substanciosa y fecunda obrita Bases de la Seguridad Social (Fondo de Cultura Económica. México, 1944).

Dice que cuando los cuatro dirigentes de las Iglesias de la Gran Bretaña aceptaron, en una carta que apareció en el Times del 21 de diciembre de 1940, "Los cinco puntos para la paz", señalados por el Papa Pío XII, entre ellos se citaba que: "Todos los niños, cualquiera que sea su clase o su raza, deben tener iguales oportunidades para adquirir una educación adecuada al desarrollo de sus capacidades peculiares".

"El ataque a la ignorancia es asunto de educación. Significa tener más escolares y mejores escuelas. Pero no es sólo cuestión de ampliar la edad escolar: es cuestión de la clase de instrucción que damos en la escuela y es aún más una cuestión de educación de los adultos". Y más adelante agrega: "Combatir la ignorancia significa, claro está, perfeccionar la educación, más y mejores escuelas. Significa invariablemente, la elevación de la edad escolar. Significa conceder mayores oportunidades, mayor igualdad de educación a todos los niños, prescindiendo de las circunstancias de clase o de familia. Significa eso por dos razones: Primera. Que ninguna comunidad puede permitirse el lujo de desperdiciar sus talentos. Segunda. Y esta es una razón muy humana, que todo talento desperdiciado es una fuente de infelicidad. Las gentes cuya educación no está a la altura de sus talentos son desgraciadas y queremos suprimir esa causa de infelicidad al mismo tiempo que utilizamos sus talentos.

Pero combatir la ignorancia no es sólo -y no estoy seguro de que no es principalmente- una cuestión de apuesta a los jóvenes. Todos los viejos somos gente que ignoramos muchas cosas que debiéramos saber. Yo creo que la educación de los adultos en una escala muy amplia es casi tan importante, como perfeccionar la educación de los jóvenes. En realidad, son muchas las cosas que se aprenden mejor cuando andamos ya por el mundo por nuestra propia cuenta, Y espero que no concentremos nuestra atención sobre el problema de suministrar más educación a los jóvenes. Debemos insistir en impartir más conocimientos del mundo en general, de experiencia, de economía y de todos los demás a nuestros ciudadanos adultos."

Al hablar de la manera de combatir los cinco males gigantes que hay que destruir, entre ellos la ignorancia, nos dice que la tercera de nuestras tareas es hacer planes para el desarrollo de nuestra enseñanza pública. Reflexionemos por un momento sobre la situación en que vamos a encontrarnos después de la guerra, que ha suspendido la instrucción de los maestros necesarios; en lugar de haber estado capacitándose para esta tarea habrán estado luchando o realizando trabajos urgentes. Nos enfrentaremos a una escasez de maestros; francamente, yo no quisiera que se llevara una enorme masa de alumnos nuevos, hasta estar seguros de que podemos enseñarles mejor, hasta que tengamos suficientes maestros; maestros bastante buenos para hacer no simplemente lo que hacíamos antes, sino algo mejor El principal problema del momento es asegurarnos que tendremos una buena enseñanza y suficientes maestros después de la guerra (págs. 102 y 103).

Tres principios proclama como estratégicos para combatir esos males de que hablamos. En primer lugar, ciertas libertades que es preciso conservar y proteger por ser esenciales y deben ser preservadas en cualquier caso (de culto, de palabra, de escritura, de estudio, de asociación, de enseñanza, de trabajo, de gastar los ingresos personales). En segundo lugar, con la condición de conservar esas libertades debemos estar preparados para utilizar los poderes del Estado hasta donde sea preciso. En tercer lugar debemos estar dispuestos a cambiar la maquinaria del Gobierno hasta donde sea necesario para la ejecución de nuevas tareas.

Finalmente, se refiere, Beveridge, a las tres condiciones esenciales para que surja la seguridad en el mundo: la primera es que se implante la justicia en lugar de la fuerza como árbitro entre las naciones. La segunda condición es que exista una oportunidad razonable de realizar un trabajo productivo para cada individuo en lugar de la desocupación. La tercera condición es que tiene que existir la seguridad de que se tendrá dinero suficiente para estar a cubierto de la indigencia, cuando por cualquier razón no se pueda trabajar (pág. 229,op. cit.).

Más sugerentes no podrían ser las ideas vertidas. Procuremos aprovecharlas.

3. LAS ESCUELAS ARTICULO 123

Contemplaremos, como punto de partida, el problema desde el ángulo y perspectiva que nos brinda el Artículo 123 de nuestra Constitución.

El desarrollo de un pueblo, bien sabemos, está íntimamente ligado a su educación. La vida moderna ha acentuado todavía más su fomento, ya que sin ella los hombres no serian conscientes de su participación en la vida política y social, ni podrían considerarse como incorporados al grupo.

La fecundidad y profunda visión del Legislador de 1917, vuelve a manifestarse otra vez, a este respecto, en la fracción III del artículo 123, que impone a los empleadores la obligación de sostener escuelas, al decir textualmente:

"En toda negociación agrícola, industrial, minera o cualquier otra clase de trabajo, los patrones estarán obligados a proporcionar a los trabajadores habitaciones cómodas e higiénicas por las que podrán cobrar rentas que no excederán del medio por ciento mensual del valor catastral de las fincas. Igualmente deberán establecer escuelas, enfermerías y demás servicios necesarios a la comunidad. Si las negociaciones estuvieren situadas dentro de las poblaciones y ocuparen un número de trabajadores mayor de cien, tendrán la primera de las obligaciones mencionadas."

Por otra parte, no debemos olvidar que es obligación del Estado sostener escuelas como un servicio público y social, ya que es condición esencial la educación para el progreso y bienestar de los pueblos.

Nuestra época ha sido de...

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