El segundo aire

AutorYazmín Gallegos

De jeans, playera y tenis, toma una botella de refresco como micrófono y, a todo volumen, canta las canciones de Ozzy y de Molotov: a su lado, su hijo adolescente le hace coros.

Papá disfruta igual la música de sus tiempos que la de su hijo, y el jovencito preparatoriano maravillado puede hablar de música con su progenitor.

Es positivo que se interese en las aficiones y gustos de sus hijos, y si los comparte, pues es más gratificante para ellos, dice el psicólogo Víctor Ramírez Mota.

Pero que se pase de la raya, eso sí no lo toleran ni los hijos, ni la esposa.

Como padre debe de ir cambiando su actitud respecto a la educación de los hijos, por ejemplo, ser más comprensivo y menos impositivo en la adolescencia.

"Pero si además aprovecha esto para sentirse como adolescente, eso ya no es tan positivo", aclara el especialista en psicología social.

Comportarse como un jovencito, salir a los antros a los que van sus hijos y andar "ligando" puede obedecer a dos situaciones, indica el especialista, o nunca creció y se quedó como adolescente, o va a tratar de vivir una etapa que no vivió.

"Un hombre muy trabajador, muy metido en sus responsabilidades, puede dar un giro, que generalmente es espontáneo".

"Le sobrevienen algunas fantasías o sueños que tuvo de adolescente y no se cumplieron, y cambia radicalmente.

"Si eran muy serios y muy responsables", describe, "de pronto empiezan a ser más displicentes, más irresponsables, comienzan a salirse del trabajo a la íhora felizí, por ejemplo".

O bien, nunca creció: siempre fue adolescente, siempre usó mezclilla, el pelo más largo, peinados propios de los 60 ó 70, siempre acostumbró salir con los amigos a filtrear, menciona el terapeuta.

Obviamente que los hijos y la pareja están enterados, y aún así, no significa que acepten o se acostumbren a esa situación.

Mirar al espejo

La mujer tiene un cambio de vida cuando entra al climaterio o la menopausia, a partir de los 50 ó 55 años: hay muchos cambios hormonales drásticos, desde los más leves, hasta los más graves.

"En el caso del hombre", apunta Ramírez, "diríamos que tenemos crisis cada 10 años, puede ser a los 20 a los 30 a los 40 ó 50 años.

"Suceden precisamente por el deseo de conservar nuestra autoimagen, mantenerse con vitalidad, y cuando se da el ícambiazoí, pues sí buscamos una imagen juvenil".

Ver la realidad cuesta mucho trabajo, y aceptar que ya se está de bajada no es fácil, reconoce el terapeuta, pero les guste o no, desde los 30 años el hombre...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR