Rafael Segovia / Análisis espectral de la derecha

AutorRafael Segovia

La derecha no sale de su asombro ni de su ira. Ganar el poder, creyó, era difícil, mas una vez instalada en los controles y en los mandos, sería punto menos que imposible desalojarla. Por citar al monstruoso Voltaire, contaba con todo: "la substancia de la tierra y el rocío del cielo, la caja fuerte, la mitra y la canalla". Quedaba fuera en primer lugar todo aquel no dispuesto a someterse a la nueva disposición de las fuerzas políticas y económicas -nunca esperó contar con las culturales-, los partidos políticos derrotados en la elección presidencial, los nacionalistas y esa masa donde se agrupaban los llamados progresistas, donde se encontraba de todo. La idea capaz de cohesionar a la derecha, o así se pensó, sería la democracia.

Pero en la democracia hay de todo, como en botica. Desde un jerarca de la Iglesia que, ante la pregunta de un periodista que le resultó molesta, se permitió contestarle: -si no sabes quién soy yo estás j....., hasta un secretario de Gobernación que, ante el rechazo de un proyecto de presupuesto por parte de los diputados del PRI y del PRD más unos cuantos más, anuncia a la nación: Ya sabemos quiénes votaron en contra, como si el tablero electrónico donde aparecen nombre tras nombre los diputados y el sentido de su voto fuera sólo suyo o estuviera escrito en clave. Con esos y algunos parecidos tiene que vivir la derecha.

Con los restantes se podrían hacer varias divisiones y subdivisiones hasta llegar al individuo. Cuando se encuentra cierta cantidad de pensamiento y comportamiento análogos, se puede crear una categoría. De las más importantes es la de los arribistas, que suele surgir del mundo intelectual. Se advierte en ellos no sólo una ausencia radical de compromiso con las ideas, las ideologías, la nacionalidad, la compasión y la generosidad. Suelen ser víctimas de un rencor social profundamente arraigado en un pasado que les persigue sin cejar y quieren olvidar y esconder en la medida de lo posible. No han resultado confiables para la derecha tradicional por mostrarse ajenos al pensamiento religioso ni tener intereses reales que defender. Desprecian al personal político, que les devuelve el cariño multiplicado por diez.

Conviene distinguir al arribista del tecnócrata, pues este último ve con un desprecio infinito al trepador. El hombre de la técnica económica -en México no hemos alcanzado todavía al tecnócrata científico- suele ser un hombre de fórmulas, de verdades encapsuladas, que no se molesta en analizar...

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