Los secretos de un bosque callado

AutorCarmen González

Enviada

ASPEN, Colorado.- Una góndola nos lleva desde el pueblo de Aspen hasta lo alto de la montaña del mismo nombre. A lo lejos vemos a los esquiadores que se deslizan velozmente por las pistas, y que sobresalen del níveo manto que cubre las laderas por sus coloridos trajes.

El frío se hace más intenso al llegar a la cima, y el termómetro lo confirma: estamos a 19 grados centígrados bajo cero (es una gran ventaja que el viento no sople).

Afuera de la estación de las góndolas nos espera Lindsy Stinnett, nuestra guía, quien pertenece al Centro de Estudios del Medio Ambiente de Aspen, una organización que se dedica a difundir entre locales y visitantes la preservación de la flora y la fauna.

Para ello se organizan recorridos como el nuestro, donde una persona nos lleva por el bosque para mostrarnos la vida que yace oculta bajo gruesas capas de nieve.

Lo primero es ajustar a nuestros pies las raquetas para caminar, que nos sirven para movernos con más facilidad por los senderos donde la nieve alcanza hasta los 20 centímetros de altura.

El paseo es duro (algunos tramos son de subida). Con tanta actividad el frío da la impresión de ceder, pero es momentáneo, pues bastan unos segundos con las manos sin guantes para que se congelen de nuevo.

Pronto llegamos a un territorio dominado por árboles, que conservan su verdor a pesar de las bajas temperaturas. Son principalmente píceas y abetos.

Estos últimos se distinguen por sus agujas planas, suaves y fragantes, mientras que las píceas tienen agujas redondeadas, puntiagudas y sin aroma.

Aunque los vemos muy altos, son jóvenes (unos 100 años). Y es que Aspen fue uno de los primeros productores de plata en el mundo, por los años de 1880 a 1900, y los mineros usaron mucha madera en túneles y pasadizos para extraer el material.

Hoy aún se ven algunos boquetes que sobresalen por no estar cubiertos de nieve. Se conservan como "monumentos históricos", pues dan cuenta del pasado industrial de Aspen.

Seguimos nuestro recorrido y nos encontramos con unas huellas muy pequeñitas que revelan, por su trazo, que fueron hechas por un animal sin cola. Se trata de un ratón de campo, propio de América del Norte y que habita en los troncos huecos de los árboles.

En inglés recibe el nombre de "Meadow Vole", que significa, literalmente, "ratón de la pradera", y por los caminos que hay marcados en la nieve vemos que aquí hay muchos, aunque no llegamos a ver ninguno, pues se ocultarn de los extraños.

Más adelante otras...

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