Secretos de Alemania / Walter Benjamin

AutorGuadalupe Loaeza

Miraba siempre las cosas chiquitas y se preguntaba qué podrían decirnos de la realidad los juguetes, las fotografías, los objetos y las obras de arte. Le gustaba ver cine (antes de él, los filósofos no veían películas con tanta atención), le encantaba caminar por la calle y ver los escaparates de las tiendas. Nunca ningún filósofo le había dedicado tanto tiempo a mirar las cosas de la vida diaria. Nos referimos a Walter Benjamin (1892-1940), el filósofo judío nacido en Berlín y uno de los personajes más reconocidos del mundo.

Sus obras siempre están de moda, su nombre es conocido dentro y fuera de la academia, y sus ideas son siempre actuales. Benjamin es el autor de la famosa frase: "Todo documento de cultura es a la vez un documento de barbarie". Luego de leerla, sus contemporáneos ya no pudieron ver de la misma manera las obras de arte. Hasta los cuadros más maravillosos de la cultura europea, o sus bailes más elegantes, eran posibles por toda la dominación colonial que ejercían en otros continentes. Así que este magnífico filósofo se fijaba no nada más en las cosas sino en todo el mundo que las rodeaba.

Una de las cosas que más le gustaba hacer era escribir cartas, por eso hay muchos libros con su correspondencia. En las cartas, podía discutir con sus amigos filósofos. Los mejores escritores de su tiempo lo admiraban a pesar de que Walter no pertenecía al medio académico. Nada más lejano de eso, por el contrario, a él le gustaban la calle, las exposiciones, los conciertos y las obras de teatro. Siempre decía: "El analfabeto del futuro será aquel que no sepa leer las fotografías". Cada frase suya daba para pensar por mucho tiempo, de ahí que los jóvenes lo admiraran con tanta pasión. Cuando era un estudiante, el filósofo Theodor W. Adorno fue a conocerlo a un café en Frankfurt, en 1923, y desde entonces se escribieron por años.

Otro de sus amigos fue el filósofo Ernst Bloch, quien lo conoció en París, y también se apasionó por su forma de ser. Iba a buscarlo a su casa y cuando preguntaba por él a su esposa, Dora, ella le contestaba: "Allá está, en su estudio, como siempre, ¡con los libros hasta el cuello!". ¿Qué tanto leía? Leía de todo, los libros más maravillosos y los más horribles. Como decía Bloch: "Es que no leía libros, leía a través de los libros". Además, era todo un extravagante que se fijaba en las cosas más sorprendentes. Una vez que Bloch y su novia, Karola, iban con él por la calle, Walter caminaba...

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