Secretos de Alemania / Richard Strauss

AutorGuadalupe Loaeza

Luego de que me referí en este espacio a la vida de Herbert von Karajan, la semana pasada, me enteré de que este famosísimo director dirigió la orquesta en la primera grabación que se hizo para CD.

En 1982, Von Karajan dirigió la Sinfónica de Berlín que interpretó la Sinfonía alpina, de Richard Strauss, para una prueba técnica de la Deutsche Grammophon. El segundo CD de la historia fue un álbum de los Bee Gees. Y, más adelante (dice la infaltable Wikipedia), el primer CD en salir al mercado fue de Billy Joel.

Hoy, los discos compactos se están convirtiendo en una reliquia, igual que los LP. Quiero suponer que los discos, igual que los libros, sobrevivirán y en el futuro seguiremos escuchándolos. Pero quien tal vez no imaginó que su música se convertiría en símbolo de la modernidad es Richard Strauss (1864-1949). No nada más fue el autor pionero de los CD, una pieza suya fue elegida por Stanley Kubrick para una de las escenas más famosas del cine. La secuencia de 2001. Odisea del espacio en que un hombre prehistórico descubre el poder que le da tomar un hueso y usarlo como arma está acompañada del poema sinfónico Así hablaba Zaratustra, de Strauss. Kubrick usó la versión dirigida por Von Karajan.

En 1982, el gobierno israelí prohibió que las estaciones de radio de ese país tocaran la música de Strauss porque lo relacionaban con los nazis. No obstante, el autor nacido en Múnich es uno de los máximos compositores del siglo XX y uno de los grandes orquestadores de la historia. Aunque los críticos lo consideran un romántico, Strauss no era un apasionado, ni un bohemio y mucho menos alguien que se dejara llevar por la tristeza o las ganas de matarse. Al contrario, decía que era un músico trabajador, disciplinado y con la mente más fría y analítica que pudiera pensarse. "Sólo así se puede componer una gran obra", decía.

Bryan Gilliam, biógrafo de Strauss, señala que se trata de uno de los músicos más grabados de la historia, pero no precisamente fácil de comprender. A Strauss le gustaba el dinero, pero al mismo tiempo decía que la música no debía ser contaminada por el dinero. ¿Cómo era posible eso? Para Gilliam, no es más que una pose. A Strauss le gustaba hacerse pasar por el empresario de la música, el profesional que compone todos los días como si fuera un burócrata, y le gustaba que todos pensaran que los pasajes más maravillosos y conmovedores los escribió con el gesto más serio del mundo.

Nos preguntamos ¿qué relación tiene Strauss con la...

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