Secretos de Alemania / Kurt Weill y sus siete pecados

AutorGuadalupe Loaeza

Hace unos días, tuve la fortuna de escuchar a Ute Lemper, la maravillosa cantante alemana, en el Palacio de Bellas Artes.

Su voz tan sugerente, su mirada y su belleza la hacían la mejor intérprete para la obra que presentó la Orquesta Sinfónica Nacional: Los siete pecados capitales (1933), de Kurt Weill. Me temo que no todo mundo sabe cuáles son los siete pecados capitales, así que les comparto la lista según los enumera Santo Tomás de Aquino: orgullo, avaricia, lujuria, envidia, gula, ira y pereza (y que aparecen en el programa de mano redactado por Juan Arturo Brennan). Ute nos llevó con su gran elegancia por cada uno de los pecados de este gran músico que trabajó con Bertolt Brecht. No olvidemos que juntos habían escrito la famosísima Ópera de los tres centavos, sólo que ambos artistas terminaron peleados.

Esta obra tan famosa es uno de los grandes musicales del siglo XX y ha tenido una gran influencia en la música de América y Europa. Por ejemplo, fue grabada por The Doors.

Weill y Brecht siguieron colaborando gracias a sus éxitos en Alemania, hasta que llegaron los nazis, quienes no tenían ningún gusto por la crítica social que estos autores expresaban en cada representación. Los nazis causaban alboroto en cada una de las funciones en que se interpretaba la obra de Weill y Brecht. Así que Weill huyó a París en 1933, acompañado de su esposa, Lotte Lenya. En esta ciudad, se encontró nuevamente con Brecht. Se dice que ni uno ni otro tenían ganas de seguir colaborando, pero la necesidad los unió. ¡Qué bueno!, parece decir Ute Lemper, quien canta estos "pecados" con toda la pasión del mundo. Con su vestido rojo parecía que ardía en fuego, al igual que su cabello rojo. "Cuando canto a Kurt Weill, me incendio, me doy cuenta de que mantengo todo mi fuego interior", dice Ute feliz. Sobre todo, le fascina que estas canciones sean tan actuales e irreverentes.

Esta obra se trata de la historia de dos hermanas, las dos llamadas Anna, las cuales salen de su pueblo a orillas del Misisipi para conocer las grandes ciudades y poder mandar dinero a su familia. Naturalmente, en cada una de esas ciudades conocerán los pecados. Al llegar a Filadelfia, Anna le escribe una carta a su familia en la que cuenta lo que le ha ocurrido: "Anna está bien. Está haciendo dinero. Ha firmado un contrato como bailarina por el que no debe comer lo que desea ni cuando lo desea. Esto será muy difícil para Anna, que es muy golosa. ¡Ojalá se atenga a su contrato! No quieren...

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