El saqueador que fue pillado

AutorFernando Castanedo - El País

"Más vale pedir perdón, que pedir permiso". Éste era uno de los "más vales" con los que don Tomás Leal Duque solía entretener a los que se acercaron a visitar la Catedral de El Burgo de Osma allá por los años 60, 70 y hasta los 80.

El canónigo, que ya ha cumplido los 90 años, llegó a reunir un centenar de estos refranes, desde los populares "Más vale prevenir que curar" o "Más vale maña que fuerza", hasta los menos conocidos "Más vale din que don" (mejor dinero contante y sonante, que tratamientos y dignidades) o "Más vale porrón en mano que bodega en foto".

De porrones y de bodegas sabía mucho don Tomás, pues tenía una en las proximidades y, a veces, cuando algún visitante de la catedral le caía en gracia, terminaba bebiendo buen vino y comiendo chorizo en su bodega.

Esto sucedía luego de que el sacerdote le mostraba los tesoros que encierra la catedral gótica, que se levantó sobre un templo románico anterior en menos de 20 años, un tiempo récord para la época (entre 1231 y 1246).

Fue el monje cluniacense Pedro de Bourges (más tarde San Pedro de Osma) quien restauró la antigua diócesis visigoda de Osma.

Este primer Obispo ordenó la construcción de la catedral, siguiendo el esquema de las iglesias monacales. Así, se levantó un templo de tres naves que a partir del crucero se remataba con cinco capillas absidales.

Dos de las capillas se abrieron en el siglo 18 para dar cabida a la girola que hoy rodea el ábside del templo. De la primitiva catedral no hay que perderse los capiteles románicos, que permanecieron tapiados por siglos. Se encuentran entre el claustro gótico tardío que mandó hacer el Obispo Enríquez y la sala capitular decorada con pinturas al fresco.

En esta sala hay otro tesoro: el sarcófago gótico esculpido entre 1257 y 1285 para guardar los restos de San Pedro. Entre escenas de su vida y milagros, llama la atención ver al santo de Osma y a otros dos Obispos levantándose de sus tumbas para expulsar de la catedral, a candelabrazos, a un Obispo simoniaco, uno que compró su cargo.

Pero de todos los tesoros de la catedral, además de la sacristía y de la capilla del Santísimo, el bien más alabado por don Tomás era el Beato de Osma, un manuscrito del año 1086 cuyas miniaturas explicaban el mapamundi.

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